jueves, 26 de noviembre de 2009

Un negocio con muchos clientes

Nos han llegado estos envíos y queremos compartirlos para reflexionar, no sólo sobre uno de los delitos más graves sino también sobre su impunidad.
Sabemos que en el tráfico y comercio de personas, drogas y armas, están involucrados los mismos grupos y que estas actividades representan negocios multimillonarios.
Grupo Montserrat


Trata de menores: ¿dónde denunciarla?

Tengo el propósito de volver a ocuparme de “Nina”, película de Sofía Vaccaro que pone en imágenes una de las formas —probablemente la más efectiva— mediante las cuales los tratantes se facilitan la operación de secuestrar a sus jóvenes y humildes víctimas: el ofrecimiento aparentemente concreto de trabajo —para cuidar chicos o ayudar en las tareas domésticas— en casa de una familia muy rica y muy buena afincada en una ciudad distante. Las chicas son llevadas, supuestamente, a ese lugar, al cual nunca llegan: son sometidas a cautiverio en un prostíbulo.Pero uno de los méritos de “Nina” es provocar una serie de reflexiones, y a eso voy ahora. Por ejemplo, que no es que las personas sencillas no conozcan la maldad, que entre ellas no haya gente mala: exonéreseme, por favor, de la suposición de que puedo sostener semejante idiotez (la cual, llevada a la categoría de axioma ideológico, ya no es tan torpe, sino una de las tantas sobadas de lomo demagógicas y populistas). Pero para lo que no están preparadas estas jóvenes es para una maldad de otro orden: maldad organizada, con poder, inexpugnable.Cuando una chica —menor o no— cae en manos de estas organizaciones, si persiste en negativas reiteradas e intransigentes a prostituirse eso sólo puede terminar en su muerte. No es que si se niega le van a decir “bueno, está bien; si no querés, tomá esta plata para el pasaje y volvete a tu casa”. No: la van a moler a golpes hasta el fin. Y el fin es que la doblegan o la matan. No la pueden soltar.Y, ojo, que esta situación no escapa a los usuarios o “clientes”. Para empezar, hay que señalar que los buenos sentimientos y el respeto no figuran entre los supuestos implícitos en las relaciones sexuales pagas. Puede aparecer un simulacro de ellos, o una variante perversa que tiene en su sustrato la asimetría del que tiene dinero y paga, y el que necesita prostituirse para vivir.No hay cliente que concurra a alguno de los prostíbulos en los cuales se mantiene en cautiverio a mujeres menores que no sepa o intuya que esto sucede, aunque él no sea uno de sus violadores: tanto porque las ve, o porque se las ofrecen, o porque le sugieren que están disponibles, o por comentarios de otros clientes. Con uno sólo, por prostíbulo, que denunciara la existencia de estas situaciones de esclavitud, este crimen sería imposible (¡denuncia no hecha ante la policía, el juez o la autoridad política de la zona, por supuesto, que están perfectamente enterados y son parte del problema!).Pero no es esperable una postura ética en quien compra —o alquila, si se lo prefiere así— el cuerpo de una menor a alguien que la tiene secuestrada (o no secuestrada: una menor no debe estar en esos lugares en ninguna circunstancia). Los clientes son tan culpables como el que adquiere una mercadería que sabe de origen ilícito, por ejemplo, que es producto de un robo.Y aquí voy la tema que anuncié en el título: yo no sé cuál es ese lugar donde hacer las denuncias, de modo que ellas no generen un aviso para los delincuentes, el cual les permita tomar prevenciones (como “apretar” al denunciante, dispersar a las chicas en otros prostíbulos y, en suma, ponerlas en más riesgos sin que su situación haya tenido una verdadera posibilidad de cambiar). Y si yo no sé cuál es ese lugar —porque no me ha sido puesto delante de las narices para que me entere sí o sí— debe de haber otras personas en la misma situación, y, entre éstas, algunas que conocen casos concretos de esclavitud sexual. Los carteles donde se indique ese teléfono donde hacer una denuncia eficaz tienen que estar en todas las escuelas y colegios, en todas las estaciones, en todos los bares y lugares de diversión (¿que los van a sacar?: por supuesto; hay que reponerlos de continuo); tienen que ser difundidos por todos los medios de prensa y los radiales y televisivos. Y tienen que estar en todos los prostíbulos. ¿¿¿Cómo??? Sí, igual que está en todos los comercios el cartel que recuerda a los clientes exigir su factura —y que no tenerlo a la vista constituye una infracción muy grave—, en los prostíbulos (sea cual fuere la fachada con que se los encubra) debe estar este cartel a la vista de las “pupilas” y los clientes, y su ausencia verificada en una inspección sorpresiva, causal de clausura definitiva. Estoy postulando, con esto, que debe haber un organismo de inspección invulnerable a los intereses locales. ¿No será mucho?, preguntará alguien. ¿Le parece mucho, frente a la vida de una sola de estas chicas? ¿Sí?

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Trata de personas

He visto otra película reciente (año 2006) sobre el tema de la trata y la esclavitud sexual, la brasileña —excelente, dirigida por Rudi Lagemann— “Anjos do sol” (“Ángeles del sol”, un título, por cierto, bastante soso, que el filme no merece). Es la historia de una niña de doce años vendida por sus padres a tratantes, la cual es inmediatamente sometida a cautiverio para ser violada primero por sus compradores y luego en un prostíbulo de mineros. Hay varios temas que se cruzan:1) La ignorancia y la pobreza sin perspectivas que lleva a algunos padres a vender sus hijas... para poder criar a las que las siguen, las cuales serán vendidas, a su vez: un círculo perverso y sin sentido.2) El tráfico y la esclavitud sexual de personas, incluidos menores, bajo la atenta mirada de las autoridades.3) El más que incierto porvenir de las víctimas que logran fugarse de sus captores, pero no de la marca dejada por las experiencias vividas ni tampoco de los condicionamientos de la sociedad en la cual pretenden reinsertarse.Las leyendas finales de la película dan cuenta de que en Brasil hay 100.000 niños sometidos a explotación sexual.Lo dicho: aunque fuera uno sólo.PD: Personas consagradas a combatir la trata y recuperar a los secuestrados y secuestradas me han hecho llegar un número de teléfono gratuito y confidencial donde se pueden denunciar hechos de esta índole: 0800-122-5878, de lunes a viernes, de 10 a 18 hs. También, la página www.casoveron.org.ar o el correo-e marita.veron@gmail.com.

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