martes, 31 de agosto de 2010


De un medio del interior, LA VOZ DE SAN JUSTO, de Córdoba, nos enviaron una serie de preguntas para contestar y contribuir a una nota que se publicaba el día domingo 29 de septiembre.


Una de las preguntas fue la siguiente:

-Atendiendo la preocupación manifestada por algunos padres respecto a la revista THC, de la cultura cannabica, es que decidimos recoger la opinión de los sectores involucrados en el tema. ¿Conocía esta revista? ¿De qué manera este tipo de publicaciones cree que puede perjudicar o influir en aquellas personas que consumen o se encuentran en tratamiento de recuperación de la adicción a las drogas?

La respuesta que enviamos fue:

Sí, la conocemos. Una revista que ya, al nacer, era muy elegante. Parece que contaba y cuenta con un gran financiamiento que garantiza la calidad del papel, de la impresión y un equipo capacitado en el área de marketing. Es parte de una parafernalia que tiene como único fin el negocio. Va dirigida al público joven, adolescente y crea mercado, crea demanda e ilusión. Como cualquier otro producto comercial, cuenta con esa presentación atractiva, se asocia a valores propios de los jóvenes con el objetivo de captarlos y lograr su fidelidad como consumidores. Entretanto, la información que provee es parcial cuando no errónea, tiene un discurso pro-consumo basado en supuestos y creencias como que el consumo habitual de la marihuana no daña la salud, o que no genera dependencia, que es natural, que tiene valor terapéutico o recreacional. No es una publicación científica, es un folleto, caro, de propaganda y apología de la droga y su consumo.
Recuerdo que, en una reunión que teníamos, un grupo de madres y el asesor de una senadora nacional, en el momento en que estábamos planteando el tema de esta publicación, el asesor hace mención a que habían tenido una reunión con el director, y que le había parecido: "un muchacho jovencito, de jeans rotos..." Creo que quería mostrarnos que el muchacho no tenía la imagen ni la actitud de un empresario o agente de comercio de uno de los negocios más importantes, él sólo pedía tener su maceta en el jardín. Fue muy tierno. El problema está en el nivel de análisis, conocimiento y respuesta del asesor de nuestra legisladora. El director de la revista hace su trabajo y lo hace bien. Y creo que me estoy acercando a lo verdaderamente escandaloso. Que un emprendimiento comercial, con su producto legal o ilegal, intente desconocer lo propuesto por la ley porque no es de su interés o no le conviene, está en las reglas de su juego, y no creo que sea sensato esperar de parte de esta maquinaria, cuya única finalidad son las ganancias, una sensibilidad que atienda las consecuencias que provocará y desista, por ello, de continuar. Ahora bien, que el Estado no accione ni reaccione en cumplimiento de su deber de garante de la vida, salud y desarrollo pleno de nuestros niños y jóvenes, o como garante de la salud pública o simplemente, del cumplimiento del marco normativo --ya que está penado por la ley vigente, el promover el consumo de drogas ilegales-- es significativo y para preocuparse. Y además, para denunciarlo, al menos.
Porque efectivamente, durante años se ha perpetuado, en los quioscos de nuestros barrios, juntos a los diarios, revistas infantiles y de crochet, su presencia y su venta. Su director, se presenta en los medios, lo convocan para debates televisivos, visita a legisladores, trabaja para una cada vez mayor liberalización de la droga. Y en qué influye, en que estas técnicas de difusión y propaganda son exitosas, si no fuera así, no se invertiría en ellas. Y lo que es peor, si nadie dice nada, ni hace nada es que "tan malo no debe ser", y va “normalizándose” su uso, "es algo normal y que todo el mundo lo hace". Se impone.
Lo escandaloso es la complicidad, lo quiera o no, del Estado, en lo que en definitiva es un negocio para algunos y un perjuicio para muchos.