sábado, 16 de junio de 2012

Texto leído en la reunión de la Comisión de Prevención de Adicciones Control del Narcotráfico de la Cámara de Diputados de la Nación - 13 de junio de 2012


Buenas tardes.
Mi nombre es Jorge Raichensztein y represento a la Asociación Civil “A Pesar de Todo”, integrante de la Red de Madres y Familiares de Víctimas de las Drogas.



“PARA EL PUEBLO, PERO SIN EL PUEBLO”

Con esta frase, atribuida en el siglo XVIII a Luis XIV de Francia se define el despotismo ilustrado.
Se trataba de una forma  de absolutismo,  denominado (aunque ustedes no lo puedan creer) “progresista” con el que algunos monarcas quisieron imponer sus ideas, para beneficio propio y sin consultar al pueblo.

Creíamos que esto no ocurría más en nuestra época, en la cual el soberano es el pueblo, y los grupos más vulnerables los primeros a ser tenidos en cuenta.

Nos ha sorprendido entonces, que ni una sola de las madres o familiares de nuestra Red de víctimas de las drogas haya sido convocado por parte de los autores de los proyectos actualmente en debate.

No entendemos porqué se ha impedido una extensa Audiencia Pública, excelente iniciativa de la Comisión de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico, y se la haya transformado en una restringida convocatoria.

Desde la soberbia y la descalificación hubo diputados, los autores de los proyectos, que consideraron que ni siquiera necesitaban escucharnos. El jueves 8 próximo pasado, cuando fuimos invitados a exponer nuestra postura, se encontraban, en otra parte: en una conferencia organizada por el “think tank” del narcoliberalismo, la Fundación Open Society Insitute, cuyo mentor es el ahora “filántropo” George Soros.
Un delincuente financiero que depredó la economía mundial es quien ahora pretende manejar el discurso oficial en torno a drogas, narcotráfico y rehabilitación. Nada bueno nos espera por este camino.

Es verdad, algunos legisladores aparecieron luego, pocos minutos, y en un caso particular, exclusivamente para interrumpir en reiteradas oportunidades a un orador que no coincidía con su postura.

No entendemos a qué se debe que en todos los proyectos de liberalización de drogas se considere estar tratando  una cuestión de salud, pero hasta ahora se ha ignorado nuestro pedido de girar los mismos a la Comisión de Salud.

Estamos convencidos que toda reforma a la legislación vigente debería ir precedida por un debate racional, democrático y participativo en que el pueblo, en todas sus expresiones, tenga la ocasión de informarse, debatir, proponer y, finalmente, ratificar o no dicha reforma.

Lamentablemente y con relación a esta posibilidad de informar a la comunidad, las víctimas de las drogas y sus familiares, no contamos con  los medios económicos que nos permitan distribuir en todos los kioskos publicaciones a todo color y en papel ilustración para dar a conocer y difundir nuestra postura. Tampoco contamos con

financiación  del exterior como la que otorga el Sr. Soros para sus campañas mundiales de legalización de drogas. 

Entrando específicamente en el tema de la despenalización de la tenencia para el consumo quisiéramos resaltar dos cuestiones.

En primer lugar que se ha pretendido confundir en forma sistemática a la opinión pública con una brutal campaña de confusión y desinformación, haciendo creer que se esta debatiendo la despenalización del consumo, cuando éste se ha despenalizado a partir del año 89.

En segundo lugar queremos traducir el término “despenalización de la tenencia para el consumo” al lenguaje de los integrantes de nuestra red.
Para nosotros significa “legalización de la venta minorista”. Cada diller saldrá a vender en sucesivos recorridos aquella cantidad que pueda decir que es para su uso personal. 



Por razones de tiempo, y para no repetir, voy a omitir la lectura de algunos puntos que fueron muy claramente expuestos recién por la Lic. Valdez, de la Fundación Manantiales, y con los cuales acordamos plenamente.



Continuaré con otro tema.

DEBATE SOBRE LA DROGA – EL EJE DE LA DISCUSIÓN

Nuestra opinión sobre este asunto es que aquí se ha instalado una divisoria falsa, a saber, entre legalidad o ilegalidad de tenencia de droga para el consumo, cuando en realidad, la divisoria central pasa entre los que estamos muy preocupados por el aumento de las adicciones (no sólo por consumo de drogas ilegales sino también legales), y los que de alguna manera no consideran que esto sea problemático.
 O entre aquellos que subrayamos que ha bajado la percepción del riesgo de consumir marihuana, cocaína, o alcoholizarse, y que esto es grave. Y quienes consideran que ése es un dato de poca significación.

En otros términos, la divisoria de aguas hoy se establece entre los que consideramos muy preocupante que miles de jóvenes consuman grandes cantidades de alcohol en las famosas "previas”, y que de ahí pasen a cócteles con psicofármacos, marihuana, etc. Y aquellos que sostienen que esto no debe ponerse en primer plano, porque en última instancia el peligro "es una construcción social"; con el argumento de que "siempre se consumió alcohol"; que "la juventud tiene que ser libre"; que “la marihuana no hace tan mal”; o que “muchos chicos se alcoholizan en las previas y no se convirtieron en alcohólicos".

Estamos ante una divisoria que literalmente “estalla” cuando nosotros, madres y padres de adictos, venimos al Congreso a denunciar que “nuestros hijos están muriendo por la droga”. Y nos encontramos con los que nos responden que no hay

que tener miedo a las drogas, y que nada es tan grave si se toman precauciones, como por ejemplo, drogarse en grupo.

Hay que comprender que un amplio espectro de los que estamos preocupados por el avance de la droga, no estamos a favor de la solución represiva.
Pero sí estamos preocupados por las acciones del Estado y el gobierno que están muy por debajo de las necesidades, y por el hecho de que ni siquiera se visualice ese avance de las drogas como un problema.

 Los que tienen una actitud light ante la droga, han logrado, por estos días, enterrar el debate en un pantano. Es un pantano en el que tienen todas las de ganar al plantear la pregunta "¿usted está de acuerdo en penalizar al consumidor?"
Ante este cuestionamiento, el que se opone a los proyectos como el de Diana Conti, Aníbal Fernández, Gil Lavedra o Donda debe reconocer que no está de acuerdo en penalizar al consumidor.
En ese punto, el defensor de los proyectos presentados ataca con otra pregunta: "¿Y por qué se opone entonces a los proyectos?".
El crítico entonces comienza una "guerra de guerrillas" de retaguardia: "se permite el consumo en la vía pública"; "no se va a castigar al vendedor de droga si no es punible el comprador", y cosas por el estilo. El defensor de los proyectos está a sus anchas, ya que se trata de chicanas.
En tanto, la división que importa se ha desplazado, y se da vía libre al discurso de algunos y de otros, a saber, que "la droga o el alcohol no son tanto problema".

 La cuestión de contenido consiste en que un amplio sector de los que defienden la despenalización no está dispuesto a colocar en primer plano la inacción casi completa del Estado frente a la droga, el alcohol o los psicofármacos.
No quieren que haya una campaña, argumentada y apoyada en datos, que ponga de relieve el avance de las adicciones.
No desean que nos interroguemos acerca de por qué bajó la percepción del riesgo del consumo de drogas, y qué relación tiene esto con los discursos imperantes.

Si estuvieran preocupados por estos fenómenos, hubieran presentado proyectos de ley concretos para multiplicar el presupuesto para luchar contra las adicciones; para volcar los esfuerzos de especialistas y recursos para crear los mejores centros del tratamiento; y para llevar a las escuelas campañas con argumentos bastante distintos a la estupidez (¿o canallada?) consistente en afirmar: "el problema de la droga es una construcción social".
No lo hacen porque, de alguna manera, la cuestión de fondo, el aumento del consumo, los tiene sin cuidado.

Para decirlo con un caso ejemplar: la diputada Donda gasta miles de pesos en carteles para aconsejar a la juventud que se porte mal. Pero no gasta un centavo para denunciar que el Estado no hace prácticamente nada para parar las adicciones, o curar gente. Tampoco invierte un centavo para averiguar por qué ha bajado la percepción del riesgo implicado en el consumo. Ni siquiera menciona este dato. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: porque, en esencia, suscribe los discursos del tipo "el peligro de la droga es una construcción social".




Por todo esto, lo central que le discutiríamos, a Donda y a muchos otros que argumentan con el mismo discurso, es esa despreocupación frente al drama de las adicciones que se vive en Argentina.

La perspectiva que planteamos se basa en la idea de que los discursos, y los encuadres ideológicos, pesan en las conciencias y pueden cambiar comportamientos.
Aquellos que sostienen que “todo es construcción discursiva”, al mismo tiempo quieren minimizar la incidencia que tienen ciertos discursos, que se “bajan” por múltiples y sutiles canales, en los comportamientos de la gente, y en particular de los jóvenes.

 Frente a esto hay que responder que las ideas también se pueden transformar en “fuerza material”, y cambiar conductas sociales.

Para poner un ejemplo, las denuncias acerca de los efectos nocivos del tabaquismo, y de la acción de las grandes compañías tabacaleras (utilización de la nicotina para crear adicción en el consumidor) tuvieron como resultado que bajara en muchos países el número de fumadores.

Para dar otro ejemplo: las fuerzas de izquierda y progresistas, históricamente lucharon contra el alcoholismo y otras adicciones por considerar que anulaban la voluntad de lucha de los trabajadores. Por una curiosa pirueta ideológica esta tradición ahora la quieren ubicar en la derecha algunos “izquierdistas posmodernos”.

 El problema central entonces es qué se dice y qué se hace frente a las adicciones. Pero para esto, hay que dejar de “mirar para otro lado” cuando avanzan las adicciones, y terminar con el discurso acomodaticio.  

Por último, ¿qué se logra al poner en primer plano la preocupación por la problemática de las adicciones?
Pues que al cambiar el eje de la discusión “penalizar – no penalizar”, se pone en primer plano la denuncia de causas sociales que generan estos males desde sus entrañas.

 Con lo cual se demuestra también que la droga no libera ni cuestiona al sistema, sino simplemente esclaviza y anula conciencias, potencialmente críticas.

 Pero también se coloca en primer plano la denuncia de instituciones del Estado que callan y disimulan estas cuestiones. Así como la inacción casi completa de gobiernos, aparatos judiciales, policiales, etc., que parecieran estar infestados de personajes que hacen negocios con la droga, y en general con las adicciones.

 Esta gente está muy interesada en que las fuerzas de quienes estamos genuinamente preocupados por las adicciones (las madres y los padres de los chicos adictos, en primer lugar) nos desgastemos tratando de responder a la pregunta "¿está usted de acuerdo en penalizar al consumidor?" y eludir ir al fondo del asunto.


Para finalizar quisiera tomar la imagen del libro, utilizada por el Padre “Pepe” Di Paola y por el Obispo Lozano, para decir que hubiéramos preferido también que aquellos que se están ocupando de escribir las últimas páginas del libro, se hubieran dedicado a escribir, y hacer que se cumplan, las primeras.


Asociación Civil
“A pesar de todo”

Integrante de la
Red de Madres y Familiares de Víctimas de las Drogas

13 junio de 2012

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