martes, 18 de mayo de 2010

Editorial del diario La Nación - Martes 18.05.2010


Un fracaso que no es casual

El documento del GAFI contra la Argentina en materia de lavado de dinero permite sospechar que ese delito es consentido

Tal como se preveía, el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) presentó un crítico y muy duro informe sobre la lucha contra el lavado de dinero en nuestro país.
En primera instancia, y aunque el informe no lo dice, sus fuertes cuestionamientos permiten suponer que, por desgracia, esta falencia de las autoridades en el combate contra el delito del blanqueo de dinero sucio no es una casualidad. Podemos agregar, también, que esa falta de voluntad no es privativa del actual gobierno y se remonta a la década de 1990.
Sin embargo, ha sido la actual gestión gubernamental la que más advertencias ha recibido. La tendencia a la politización de la Unidad de Información Financiera (UIF), el principal instrumento en la lucha contra el lavado, ha crecido peligrosamente en los últimos años. el principal instrumento en la lucha contra el lavado.
Cabe recordar que la principal razón por la cual la presidenta Cristina Kirchner decidió remover, en enero pasado, a la entonces titular de la UIF, Rosa Falduto, fue la negativa de la funcionaria a iniciar una investigación contra el Grupo Clarín. Su reemplazante fue José Sbattella, quien por su cercanía al Gobierno y su falta de experiencia en la materia no parecía el mejor candidato para el cargo.
El GAFI es un organismo intergubernamental creado en 1989 por el grupo de los siete países más industrializados (G-7) y que fue integrado por 33 naciones, entre ellas, la Argentina.
Su informe fue elaborado por una misión de expertos de España, Holanda, Francia, Chile y Uruguay, que visitó la Argentina en 2009 para analizar en profundidad el grado de compromiso del país en la lucha contra el lavado de dinero.
De sus 189 páginas, surge que tal compromiso no existe. Por ejemplo, el informe menciona que nuestro país no sólo no cumple con el 40 por ciento de las recomendaciones del GAFI, sino que la UIF "no es efectiva", y su personal, que "trabaja en situación de inestabilidad laboral", lo expone a "influencias o interferencias".
Resulta absolutamente contradictorio que nuestro país, que integra el GAFI, no cumpla casi la mitad de las recomendaciones de ese organismo.
La última evaluación sobre la Argentina se hizo en 2004, y el país no salió bien parado. En varias ocasiones, nuestro país logró postergar esta nueva visita, pero finalmente se concretó en noviembre de 2009. Según el documento, siguen apareciendo muy serias deficiencias.
Si bien cuando se habla de lavado de dinero se lo suele asociar con el producido por el narcotráfico, es muy amplia la gama de delitos que obligan a sus autores a blanquear los fondos provenientes de esos ilícitos, entre los cuales se encuentran el tráfico ilegal de armas, el contrabando, la evasión impositiva y la corrupción.
De ahí la importancia que reviste el combate contra el lavado. Aunque duela decirlo, un país que, como la Argentina, no ha logrado condenar a nadie por este delito que no conoce fronteras es un país que, obviamente, permite o fomenta el lavado. Como decíamos, no se trata de casualidades.
Tengamos en cuenta, por ejemplo, que los grandes escándalos de corrupción del kirchnerismo, como la mafia de los medicamentos -cuyos fondos habrían financiado la campaña electoral de la Presidenta- y el presunto enriquecimiento ilícito del ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, requieren, forzosamente, del lavado de dinero. Esto podría explicar la pasividad del kirchnerismo.
Es preciso que tanto las autoridades nacionales como la oposición reaccionen y caigan en la cuenta de que, además, un país que permite o fomenta el lavado atraerá todo tipo de dinero negro del exterior, facilitando así el tendido de cabeceras de puente argentinas para el delito internacional, con todas las consecuencias imaginables.

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