viernes, 30 de julio de 2010

DECLARACIÓN SOBRE LAS POLÍTICAS DE LLAMADA “REDUCCIÓN DEL DAÑO"

Task Force Internacional Sobre la Política Estratégica en Materia de Drogas
Contacto: Calvina Fay – (1)(727) 828-0211 – cfay@dfaf.org


Como entidad representativa de organizaciones que trabajan en el mundo entero en el campo de la prevención, del tratamiento y de las políticas en materia de drogas, la Task Force Internacional sobre la política estratégica en materia de drogas se reunió en Bruselas, Bélgica, los días 27 y 28 de febrero para debatir de estrategias políticas eficaces en materia de drogas y redactar la presente declaración sobre la llamada “reducción de daño” (véase los signatarios en la página siguiente).
Apoyamos la postura de las Naciones Unidas en virtud de la que el objetivo de las políticas y de las estrategias nacionales y globales en materia de droga tiene que ser la prevención y eliminación del uso de las drogas. Estamos de acuerdo con las Naciones Unidas en que la reducción de la demanda de la droga es un pilar fundamental de cualquier política sana en materia de drogas. Apoyamos la abstinencia de las drogas como objetivo razonable y realista para la política sanitaria pública. Apoyamos una política de no uso de las drogas ilegales o de las drogas legales destructivas.
Las políticas racionales sobre la droga reconocen que el uso temporal de medidas para reducir el daño con el objetivo final de la abstinencia son fundamentalmente distintas de las políticas de llamada “reducción de daño” que aceptan la inevitabilidad del uso de la droga.
La expresión « reducción del daño» y su significación obvia han sido apropiadas y cínicamente utilizadas por quienes tienen como objetivo la legalización de las drogas y que aprovechan el deseo obvio y universal de reducir los daños para promover esta legalización. Los defensores de la legalización usan esta expresión para atraer la simpatía de personas bien intencionadas y de representantes gubernamentales.
Nos oponemos a estas estrategias de llamada « reducción de daño » como objetivos finales que promueven la noción errónea de que existen maneras seguras y responsables de usar drogas. Es decir, estrategias en el marco de las cuales el primer objetivo es permitir a los drogadictos mantener su comportamiento adictivo, destructor y compulsivo, engañándolos acerca de algunos de los riesgos relacionados con las drogas al mismo tiempo que se ignoran otros. Tales estrategias transmiten el mensaje de una sociedad que abandona al drogadicto, que tolera que use drogas y que lo condena a una vida de dependencia. La llamada “reducción de daño” como estrategia sobre las drogas mina los esfuerzos y mensajes de prevención, aprovechándose de la adicción y de enfermedades mortales como el VIH para hacer progresar la agenda política de los defensores de la legalización de las drogas y de los abogados multimillonarios.
Apoyamos la postura del Consejo Internacional de Control de Narcóticos (INCB : International Narcotics Control Board) sobre la llamada “reducción de daño” que no es favorable a los programas de intercambio de jeringas aislados ni a las salas de inyección supuestamente “seguras” puesto que tales políticas fomentan el uso de las drogas y son una violación de los Convenios de las Naciones Unidas. El artículo 4 del Convenio de 1961
…obliga los Estados signatarios a garantizar que la producción, la fabricación, la importación, la distribución, el comercio, el uso y la posesión de drogas se limiten exclusivamente a fines médicas y científicas. En una perspectiva legal, tales infraestructuras son por lo tanto una violación de los convenios internacionales sobre el control de las drogas.
Nos oponemos a la usurpación de los acuerdos y tratados multinacionales y a la sustitución del objetivo de prevención y reducción del uso de las drogas por una estrategia, cualquier que sea su denominación (entre otras, la llamada “reducción de daño”), que busca normalizar varias formas de uso de drogas.
Apoyamos estrategias globales de prevención, de tratamiento y de aplicación de la ley para prevenir y eliminar el uso de las drogas ilegales y, por lo tanto, para prevenir y eliminar los daños innegables que provocan. Apoyamos la prevención y eliminación del daño a través de la ampliación de la oferta de tratamientos, de servicios de atención (outreach) y de servicios sociales para los consumidores de drogas, los toxicómanos y las personas que sufren de enfermedades infecciosas. Apoyamos la investigación que procura identificar técnicas de atención y tratamiento eficaces para la población toxicómana.
Es insuficiente, ilógico e inhumano declarar que las dependencias de la droga deberían mantenerse en nombre de esta llamada « reducción de daño ». La historia, la ciencia y la razón nos muestran que la prevención es posible, que la adicción se puede superar y que sus consecuencias se pueden reducir, por no decir eliminar.

martes, 27 de julio de 2010

Contra las Drogas: Políticas de Salud

Por: Bo Mathiasen – BR- REPRESENTANTE DE LA OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA DROGA Y EL DELITO PARA BRASIL Y CONO SUR

En todo el continente, la aparente contradicción entre legalización o no legalización distrae la discusión del foco que realmente interesa: el establecimiento de acciones de prevención de la adicción y de asistencia a los enfermos. Los gobiernos y las sociedades de diversos países enfrentan un nuevo desafío: ¿cómo prepararse para responder al surgimiento de sustancias psicoactivas cada vez más diversificadas y con efectos cada vez más potentes?

Estos cambios tornan el debate sobre las políticas sobre drogas aún más complejo.

No se trata apenas de contraponer una postura “liberal” a favor de la legalización a una posición “conservadora” de control. Es necesario evaluar el impacto social, de salud y seguridad pública relacionado con las drogas. Un ejemplo es el de la marihuana hidropónica, cultivada en ambientes cerrados y que posee un poder alucinógeno hasta cuatro veces mayor que el de la marihuana tradicional. Aún más difícil es la cuestión del crack y del paco, drogas derivadas de la cocaína que llegaron a la mayoría de los grandes centros urbanos en Sudamérica y cuya dimensión todavía no es plenamente conocida.

El creciente aumento de las restricciones al uso del tabaco y del alcohol es una tendencia internacional ampliamente aceptada y una postura que contradice la de las campañas pro-legalización de las drogas. Estas campañas acostumbran ignorar que mientras el tabaco y el alcohol son consumidos por entre un 25% y 50% de la población mundial, las drogas ilegales son utilizadas por menos de 5% de las personas -un problema comparativamente mucho menor que el de las drogas lícitas. Eso quiere decir que, en la perspectiva de salud, el control asociado a programas de prevención está funcionando en la práctica.

La edición 2009 del Informe Mundial sobre Drogas, publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), muestra que en los últimos años, globalmente, la producción y el consumo de drogas se han mantenido estables -aunque en países en desarrollo, inclusive en los países del Cono Sur, se observan pequeños índices de crecimiento, principalmente entre las drogas sintéticas. Sin embargo, está claro que no se puede pensar esta situación apenas en términos de control.

La recomendación de Naciones Unidas a los Estados miembros es que se desarrollen cada vez más políticas de salud para usuarios de drogas, tratándolos como personas que necesitan acceso al servicio y no en la punición criminal.Es importante comprender que aunque se estimulen cambios en la legislación de los países en el sentido de aplicarse penas alternativas a los usuarios, hay consenso entre los Estados miembros sobre la posición de mantener las drogas como sustancias ilegales.

Una eventual legalización implicaría un costo social y la exigencia de un aparato de protección de proporciones que la mayor parte de los países no tendría condiciones de ofrecer.

Al final, las drogas no son perjudiciales porque son ilegales, son ilegales justamente porque son perjudiciales.

La aparente contradicción entre legalización o no-legalización tiene la tendencia de quitar la discusión del foco que realmente interesa y que, en realidad, revela mucho más convergencias que divergencias: la búsqueda de un abordaje equilibrado entre las acciones de prevención, incluyendo el amplio acceso a los servicios de salud para los usuarios, y las acciones de represión, enfocadas en el control al crimen organizado transnacional y a los grandes financiadores del tráfico. Si las convergencias fueran más observadas que las divergencias, el debate en relación a las políticas sobre drogas podría convertirse en un proceso que efectivamente resulte en beneficios concretos para todos.