jueves, 26 de noviembre de 2009

Un negocio con muchos clientes

Nos han llegado estos envíos y queremos compartirlos para reflexionar, no sólo sobre uno de los delitos más graves sino también sobre su impunidad.
Sabemos que en el tráfico y comercio de personas, drogas y armas, están involucrados los mismos grupos y que estas actividades representan negocios multimillonarios.
Grupo Montserrat


Trata de menores: ¿dónde denunciarla?

Tengo el propósito de volver a ocuparme de “Nina”, película de Sofía Vaccaro que pone en imágenes una de las formas —probablemente la más efectiva— mediante las cuales los tratantes se facilitan la operación de secuestrar a sus jóvenes y humildes víctimas: el ofrecimiento aparentemente concreto de trabajo —para cuidar chicos o ayudar en las tareas domésticas— en casa de una familia muy rica y muy buena afincada en una ciudad distante. Las chicas son llevadas, supuestamente, a ese lugar, al cual nunca llegan: son sometidas a cautiverio en un prostíbulo.Pero uno de los méritos de “Nina” es provocar una serie de reflexiones, y a eso voy ahora. Por ejemplo, que no es que las personas sencillas no conozcan la maldad, que entre ellas no haya gente mala: exonéreseme, por favor, de la suposición de que puedo sostener semejante idiotez (la cual, llevada a la categoría de axioma ideológico, ya no es tan torpe, sino una de las tantas sobadas de lomo demagógicas y populistas). Pero para lo que no están preparadas estas jóvenes es para una maldad de otro orden: maldad organizada, con poder, inexpugnable.Cuando una chica —menor o no— cae en manos de estas organizaciones, si persiste en negativas reiteradas e intransigentes a prostituirse eso sólo puede terminar en su muerte. No es que si se niega le van a decir “bueno, está bien; si no querés, tomá esta plata para el pasaje y volvete a tu casa”. No: la van a moler a golpes hasta el fin. Y el fin es que la doblegan o la matan. No la pueden soltar.Y, ojo, que esta situación no escapa a los usuarios o “clientes”. Para empezar, hay que señalar que los buenos sentimientos y el respeto no figuran entre los supuestos implícitos en las relaciones sexuales pagas. Puede aparecer un simulacro de ellos, o una variante perversa que tiene en su sustrato la asimetría del que tiene dinero y paga, y el que necesita prostituirse para vivir.No hay cliente que concurra a alguno de los prostíbulos en los cuales se mantiene en cautiverio a mujeres menores que no sepa o intuya que esto sucede, aunque él no sea uno de sus violadores: tanto porque las ve, o porque se las ofrecen, o porque le sugieren que están disponibles, o por comentarios de otros clientes. Con uno sólo, por prostíbulo, que denunciara la existencia de estas situaciones de esclavitud, este crimen sería imposible (¡denuncia no hecha ante la policía, el juez o la autoridad política de la zona, por supuesto, que están perfectamente enterados y son parte del problema!).Pero no es esperable una postura ética en quien compra —o alquila, si se lo prefiere así— el cuerpo de una menor a alguien que la tiene secuestrada (o no secuestrada: una menor no debe estar en esos lugares en ninguna circunstancia). Los clientes son tan culpables como el que adquiere una mercadería que sabe de origen ilícito, por ejemplo, que es producto de un robo.Y aquí voy la tema que anuncié en el título: yo no sé cuál es ese lugar donde hacer las denuncias, de modo que ellas no generen un aviso para los delincuentes, el cual les permita tomar prevenciones (como “apretar” al denunciante, dispersar a las chicas en otros prostíbulos y, en suma, ponerlas en más riesgos sin que su situación haya tenido una verdadera posibilidad de cambiar). Y si yo no sé cuál es ese lugar —porque no me ha sido puesto delante de las narices para que me entere sí o sí— debe de haber otras personas en la misma situación, y, entre éstas, algunas que conocen casos concretos de esclavitud sexual. Los carteles donde se indique ese teléfono donde hacer una denuncia eficaz tienen que estar en todas las escuelas y colegios, en todas las estaciones, en todos los bares y lugares de diversión (¿que los van a sacar?: por supuesto; hay que reponerlos de continuo); tienen que ser difundidos por todos los medios de prensa y los radiales y televisivos. Y tienen que estar en todos los prostíbulos. ¿¿¿Cómo??? Sí, igual que está en todos los comercios el cartel que recuerda a los clientes exigir su factura —y que no tenerlo a la vista constituye una infracción muy grave—, en los prostíbulos (sea cual fuere la fachada con que se los encubra) debe estar este cartel a la vista de las “pupilas” y los clientes, y su ausencia verificada en una inspección sorpresiva, causal de clausura definitiva. Estoy postulando, con esto, que debe haber un organismo de inspección invulnerable a los intereses locales. ¿No será mucho?, preguntará alguien. ¿Le parece mucho, frente a la vida de una sola de estas chicas? ¿Sí?

juan-del-sur.blogspot.com



Trata de personas

He visto otra película reciente (año 2006) sobre el tema de la trata y la esclavitud sexual, la brasileña —excelente, dirigida por Rudi Lagemann— “Anjos do sol” (“Ángeles del sol”, un título, por cierto, bastante soso, que el filme no merece). Es la historia de una niña de doce años vendida por sus padres a tratantes, la cual es inmediatamente sometida a cautiverio para ser violada primero por sus compradores y luego en un prostíbulo de mineros. Hay varios temas que se cruzan:1) La ignorancia y la pobreza sin perspectivas que lleva a algunos padres a vender sus hijas... para poder criar a las que las siguen, las cuales serán vendidas, a su vez: un círculo perverso y sin sentido.2) El tráfico y la esclavitud sexual de personas, incluidos menores, bajo la atenta mirada de las autoridades.3) El más que incierto porvenir de las víctimas que logran fugarse de sus captores, pero no de la marca dejada por las experiencias vividas ni tampoco de los condicionamientos de la sociedad en la cual pretenden reinsertarse.Las leyendas finales de la película dan cuenta de que en Brasil hay 100.000 niños sometidos a explotación sexual.Lo dicho: aunque fuera uno sólo.PD: Personas consagradas a combatir la trata y recuperar a los secuestrados y secuestradas me han hecho llegar un número de teléfono gratuito y confidencial donde se pueden denunciar hechos de esta índole: 0800-122-5878, de lunes a viernes, de 10 a 18 hs. También, la página www.casoveron.org.ar o el correo-e marita.veron@gmail.com.

juan-del-sur.blogspot.com

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ciudad oculta

Maria rosa, de ciudad oculta , viene denunciando con otras madres a vendedores de paco( pasta base de cocaína) en ciudad oculta y otros sectores.

Ella pudo recuperar a jeremías de su alta adicción ,habiendo llegando a perder mucho peso y estar en situación limite.
Su hermano José había consumido también pero pudo salir a tiempo.

En consecuencia de esta situación , Maria rosa y otras madres se organizaron para denunciar a vendedores de paco, hecho que tuvo como respuesta infinidad de amenazas, agresiones y poner a luz la existencia de una organización mafiosa.

"casualmente" hoy uno de sus hijos, José se encuentra preso por una causa que según Maria rosa, se ha armado a medida para amedrentarla, colocándole una mochila con drogas , hecho bastante conocido en el vulgar armado de causas.

No conformes jeremías hace mas de dos meses que esta internado por "sufrir un accidente": se cayo de la autopista a la altura de perito moreno y castañares, costándole la destrucción parcial de su rostro, fracturas expuestas en miembros inferiores y superiores, y ya cuatro cirugías, con la condena de movilizarse en silla de ruedas.

Hay sospechas sobre policías de la comisaría 36, quienes "casualmente" se encargan de vigilar a jeremías , a quien se le abrió una causa y que llamativamente lo fue a visitar una persona que se identifico como comisario de la 36.

Maria rosa presume que intentan asesinar a su hijo y que seguirán intentandolo.

No conforme con esta situación angustiante , no recibe ninguna asistencia del estado, y es menester que se le conceda asistencia , protección ,una pensión para su hijo, como así también un pase para viajar, ya que muchas veces va al hospital caminando por no contar con dinero.

Teme también por la vida de su otro hijo detenido en marcos paz.
Necesita de la intervención de todos los organismos que puedan auxiliarla ya y de medios para difundir el caso .

Primordialmente necesita una silla de ruedas , ropa y asistencia inmediata
El Tel. de Maria rosa es 15544922833

lunes, 28 de septiembre de 2009

Reflexiones sobre el proyecto de despenalización de la tenencia para consumo de drogas

El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la despenalización de la tenencia de drogas revela un desconocimiento social acerca de la problemática de la droga y ha dado vuelo a un abigarrado núcleo de fantasías donde el trigo y la paja son una sola cosa, bendecida y cohesionada por la desinformación y el brutal desinterés que hay en nuestro país. Es más, ya forma parte del dogma políticamente correcto de la bienpensantez nacional.
Hablar de la despenalización es como atrapar un espejismo que desaparece apenas lo señalamos, muta, cambia de forma, de lugar, de argumentos. Me considero en derecho de ser una opinión más, dado que hace 16 años trabajo en la rehabilitación de drogadependientes:

¿Estamos a favor de la penalización del consumo?

No, la verdad que no. Si por “penalizador” definimos a una persona que desea morbosamente una cacería de consumidores a los fines de que cumplan condena en las comisarías y/o cárceles argentinas, jamás podría ser encuadrado en ese universo de pensamiento. Es más, me costaría definir el conjunto de situaciones en las que abogaría por la “penalización” tal como se ejerce en nuestro país. Un servicio penitenciario militarizado mal puede brindar solución a problemas a los que se debería dar respuesta desde las técnicas psicológicas y educativas de rehabilitación y resocialización, como sucede hoy en países tales como España, Canadá, Alemania y Cuba. En ese sentido, los despenalizadores podrían ser más “penalizadores” que nosotros ya que, al fundamentar su postura en las pésimas condiciones del encierro en nuestro país, las aceptan sin más.
Ahora bien, si partimos de la idea de que la droga produce efectos perniciosos para el consumidor y para los demás, un estado tome en cuenta a su población debería hacer algo cuando uno de sus ciudadanos o ciudadanas es encontrado en posesión de droga.
El Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Dr. Fernández dice “sueño con el día en que el adicto sea llevado a un hospital y no a la cárcel”. De acuerdo. Si una persona es encontrada por las fuerzas de seguridad con droga para consumo personal debería ser llevada a un hospital donde profesionales de la salud (psicólogos, trabajadores sociales, médicos, sociólogos) establecieran la situación de riesgo para sí y para su entorno e indicarle medidas terapéuticas acordes. En efecto la internación compulsiva no es negada por el ministro de la corte suprema Dr. Eugenio Zaffaroni, quien indica su aplicación pero inexplicablemente restringida al consumo del paco. En una breve digresión: ¿qué sucederá en el caso de que un consumidor de paco se oponga a su tratamiento compulsivo, acaso será penalizado?
Pero el sueño del Sr. Ministro parte de la idea errónea de cárceles llenas de consumidores. En mi experiencia atendiendo pacientes drogadependientes jamás he conocido un solo caso de alguien que fuera condenado a prisión por haber sido encontrado con sustancias para consumo personal. Puede que no me crean, pero también lo dice el Sr. Juez Zaffaroni, al afirmar que la aplicación de la ley 23.737 que legisla sobre la “Tenencia y tráfico de estupefacientes” “casi nunca se traduce en una pena efectiva, y muy pocas veces en una condena firme” cuando se aplica a la tenencia de droga para consumo personal. Hasta ahora se llevaba a la persona hallada en posesión de drogas a una comisaría, la causa pasaba a un juez federal y se debía cumplir una medida educativa en un Centro Preventivo Asistencial (CPA) donde se asistía a grupos terapéuticos. En conclusión, se quiere despenalizar lo que no está penalizado. Les puedo dar un ejemplo donde este procedimiento fue de ayuda. Un ex paciente, siendo un joven de 18 años fue detenido con drogas y enviado por un juez a un CPA. La familia, alarmada, inicia un tratamiento paralelo. En esta experiencia descubren el origen de las dificultades del padre para expresarse afectivamente, padre e hijo pudieron abrazarse luego de mucho tiempo de no hacerlo, madre e hijo pudieron resolver una relación de sobreprotección, mejoraron la comunicación, la autoestima y hoy el ex - paciente vive una vida mucho más plena siguiendo la facultad. Historias como estas (de consolidarse la jurisprudencia que sienta la Corte) serán parte del pasado, será más común que los pacientes atraviesen largos años de caída hasta que “la nafta se acabe” aproximadamente a los 30 años.
¿Qué significa el fallo de la corte? Que el estado se desentiende de la aplicación de la medida de seguridad educativa prevista en el artículo 21 de la ley 23.737.
Los defensores de la despenalización no solo confunden en lo relativo a procedimientos legales, también desconocen los perjuicios que provoca el consumo de drogas.

El sillón legalizador

Esta es la figura predilecta de quienes abogan por la legalización (aunque tácticamente se hable de “despenalización”) de la droga. La versión es más o menos así: Una persona se encuentra consumiendo marihuana tranquilamente sentada en su sillón ¿a quién molesta? Está haciendo ejercicio de su derecho a realizar actos íntimos que no afectan a terceros, consagrado en el Artículo 19 de la Constitución Nacional. Repasemos:

Una persona... tranquilamente sentada en su sillón

Repasen la imagen mental que les quedó de la descripción del sillón legalizador. A mí me aparece la imagen de un hombre adulto, relajado en su sillón, de clase media. Tal vez genere idéntica representación en quien lea esto. No veo a un niño de 10 años, no una mujer embarazada o amamantando, no una adolescente al borde del suicidio, no un joven desocupado de un barrio popular.
Un acto adulto, controlado, sin efectos colaterales, no habría un trastorno psiquiátrico, no habría efectos sobre la personalidad propia ni sobre terceros. Una presentación publicitaria que pretende esconder el obvio hecho de que la despenalización estaría dando el aval para el consumo de todos y todas.

­...se encuentra consumiendo marihuana...

La marihuana parece ser “el candidato con mejor imagen” para su aceptación como una simple mercancía (por supuesto, que no debe ser ostentada, todavía). El marketing la llega a vender como un medicamento, olvidando que el objetivo de quienes consumen es evadirse y no curarse. Una vez que se admitió el consumo de una sustancia adictiva que distorsiona el estado de conciencia para buscar euforia todo es cuestión de grados. La mente es el arma más peligrosa del ser humano, ponerle droga es dejarla en condiciones de que pase algo grave. La cocaína es más adictiva, el éxtasis es más destructivo para las neuronas, la pasta base es aun más destructiva. Miles de historias clínicas lo atestiguan: “comencé con consumiendo marihuana de vez en cuando, seguí con cocaína, terminé en abuso/dependencia”. En el cronificado abandono estatal de nuestra salud, basta con que salga algún grupo de presión a defender su “derecho a autodestruirse sin que el estado se inmiscuya” y no habría mayor argumento en contra.

Está haciendo ejercicio de su derecho a realizar actos íntimos que no afectan a terceros...

Es una foto instantánea en la que no hay pasado, ni futuro. No hay familia. Nada que hacer más que disfrutar el efecto del químico en los neuroreceptores. Estabilizar el ánimo con drogas parece una solución fácil, pero en cuestiones tan profundas como el bienestar psíquico convendría desconfiar de respuestas tan simples. Consumir drogas no es un acto inocuo ni para el individuo ni para su entorno, habida cuenta de la distorsión que se genera en las capacidades cognitivas y la afectividad.
El sillón expresa la fantasía liberal del individuo – isla que no contacta con el otro sino superficialmente, contraria a la visión del humano como animal esencialmente social.
La realidad humana es mucho más dinámica. En el sillón puede estar sentado un anestesista en guardia pasiva, quien maneja los controles de una central nuclear o un neurocirujano a punto de operar. Pareciera que mientras la persona consume en su sillón el tiempo se detiene, no habrá un hijo que necesite de la atención de un padre, no sucederán imprevistos que la lleven a manejar bajo efecto de la sustancia. En la imagen del sillón no aparecen los llantos ni las noches en vela de las madres angustiadas viendo cómo sus hijos se pierden en la lejanía afectiva.
Aquí suele disfrazarse el cinismo de realismo argumentando “¿y vos creés que estas cosas no suceden actualmente?” Si no cedemos a la maniobra escapatoria tenemos que preguntarnos ¿qué actitud tomamos si esta es la realidad? Me parece lo más realista que el estado no espere pasivamente hasta que los desastres visibilicen el problema para que termine dejando que lo resuelvan los propios damnificados entre sí.
En este punto suele aparecer otro argumento. “Con ese criterio deberíamos prohibir el alcohol y el tabaco.”
Alcohol, tabaco y drogas serían lo mismo. Quien no considere importante esta diferencia no hallará tampoco ninguna distancia entre esta expresión “Papá, me voy a tomar unas cervezas con mis amigos” y esta otra “Papá, me voy a emborrachar/fumar marihuana con mis amigos”.
Personalmente nos alegramos cuando se incrementan las restricciones y campañas contra el consumo de cigarrillos o cuando un fumador gana un juicio a las tabacaleras. No obstante, cualquiera puede manejar un avión habiendo consumido tabaco, pero sería criminal hacerlo bajo efectos de droga.
Por su parte el alcohol puede tener un efecto psicotrópico si es bebido sin moderación. En vista de las abultadas cifras de muertes por accidentes de tráfico nadie debería tomar los controles de alcoholemia como “una persecución a los alcohólicos”. Sin embargo existe un uso no psicotrópico, donde el consumidor puede degustar la bebida. Con la droga no pasa lo mismo, quien la consume va a buscar directamente el estado de euforia o efectos alucinógenos. Esta clara diferencia es la que obvian quienes comparan el lógico límite legal que debe existir al narcotráfico con la ley seca que intentó impedir la compraventa de bebidas alcohólicas. Los psicofármacos también pueden ser usados de manera destructiva, pero prescriptos por un médico sirven para estabilizar el ánimo, combatir los síntomas de depresión, ansiedad o psicosis, no así para producir euforia. Asimismo el coqueo, la masticación de la hoja de coca tan común en el noroeste argentino tampoco genera un cambio comparable al de las drogas en el psiquismo. El extremo de estas confusiones tal vez sea la del Dr. Zaffaroni que en la revista pro droga THC del 26/08/09 llega equiparar con la posibilidad de “reglamentar que en los restoranes al tipo que es gordo no le sirvan ravioles” (SIC).
Luego hay otro tipo de confusiones que tienden a abroquelar políticamente las posturas y evitan la reflexión serena, como ligar la oposición a la legalización de la tenencia para consumo de drogas con una postura conservadora en lo religioso para desviar el tema por las ramas y terminar debatiendo acerca del divorcio, el aborto o el uso de preservativos. O bien pretender que quien no concuerde con el fallo de la Corte es partidario de las políticas de la DEA y de la persecución de los campesinos que cultivan drogas. Veamos pues el significado político del fallo despenalizador.

Una mirada política sobre la despenalización

El fallo de la Corte significa un salto en la campaña para generar una aceptación de la droga en la cotidianeidad de nuestras vidas. En la práctica se ha legalizado el tráfico al menudeo como expresión de la “libertad individual”. Solo un oximorón puede ligar las palabras libertad y droga. Pero lo extraño del caso es que la iniciativa se publicita como un “avance progresista”. La lista de figuras conservadoras que abogan por la despenalización aquí y en el mundo es larga, el botón de muestra es la aprobación de esta iniciativa por parte del neoliberal Estado Mexicano en el 2006.
Hasta donde tengo entendido el progresismo siempre planteó que la libertad de mercado tenía que ser controlada por ciertos valores humanos. ¿Qué es el fallo de la corte sino un aval a la libertad de compraventa de una mercancía destructiva, una privatización del problema del consumo de drogas?
Muchas familias, golpeadas a lo largo de la historia de este país, entumecidas por los medios masivos de evasión, tenían hasta hoy como último argumento para acercar a un ser querido a tratamiento el hecho de que el consumo significaba cierto nivel de conflicto con la ley. Nadie puede plantear con seriedad que a partir de este fallo de la Corte disminuya el consumo de drogas. Por si hoy faltara, habrá más consumo y más cronificación.

Progresista es también la idea de que con represión no se arreglan los asuntos públicos. En este punto se plantea que la liberalización de la tenencia para consumo sería una iniciativa antirrepresiva. No somos ciegos a la advertencia que realiza la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia (integrada por conspicuos representantes del neoliberalismo latinoamericano) cuando desde una óptica despenalizadora define que la política activa sobre la tenencia para consumo “propicia la extorsión de los consumidores y la corrupción de la policía”. Pero el problema es más complejo. Al eliminarse toda acción preventiva, la intervención de la policía y la justicia no desaparece, sino que termina efectuándose cuando las consecuencias más nefastas se hacen presentes. Los presos más antiguos de las cárceles repiten una y otra vez que la distorsión de ciertos códigos que tenía la antigua delincuencia está fuertemente ligada al consumo cada vez más masivo de drogas. Lógicamente, liberar el descontrol lo incrementa el descontrol y la ganancia es de los apóstoles de la seguridad.

Quien abogue por la promoción de la conciencia humana no podría estar a favor del consumo de drogas. En el cerebro humano, las drogas evitan que se procesen sentimientos que podrán ser dolorosos, pero son reales. Sentimientos que adecuadamente manejados nos podrían enseñar, pero congelados por la droga son una cuenta pendiente. Las sustancias adictivas actúan como verdaderos patos vicas autoritarios instalados en los neuroreceptores que solo permiten que pasen artificiales y químicos sentimientos comprados de euforia, en un proceso donde se generan progresivas distorsiones en conciencia, identidad y memoria.
Despojado de su envoltura progresista, el único fundamento que queda del fallo de la Corte es la necesidad de bajar los costos de los procesos judiciales a los consumidores y liberar el comercio de una mercancía que enferma, mata, pero que produce enormes ganancias. Soluciones que no superan el estrecho horizonte neoliberal.
Mientras tanto, algunas obras sociales, ya van subiendo de 3 a 6 meses el tiempo de afiliación previo a la cobertura de tratamientos por drogadependencia. En vista de la historia reciente, la idea de un plan que atacará implacablemente al narcotráfico nos suena más a buenas intenciones que a realidades palpables. Tal vez el ejemplo de los buenos resultados sea Suecia, donde se pone énfasis tanto en la represión al narcotráfico como en la prevención de los efectos negativos del consumo sobre la población.Quien quiera escuchar una voz coherentemente humanista en esta confusión puede tomar contacto con la Red de Madres y Familiares de Víctimas de las Drogas en su blog http://redmadresyfamiliares.blogspot.com/

Aporías legales de concepción de las “drogas recreativas”

Fuera del sillón legalizador, la llamada despenalización de la tenencia para consumo de drogas genera una serie de aporías o contradicciones legales. Veamos algunos ejemplos:
Si como lo definió el Ministro Fernández la droga tiene un uso recreativo, si “abre la mente”, si simplemente da paz y tranquilidad sin ningún tipo de efecto contraproducente (sin llegar al abuso, por supuesto) ¿por qué no distribuirla en los jardines de infantes? ¿no podríamos definir que esta prohibición sería arbitraria y coartadora de un mejor desarrollo de nuestros niños y niñas? La marihuana inhibe la concentración para el estudio, reconocen en la revista THC del 26/08/09 ¡Muy simple, que nuestros niños la consuman en el verano! ¿No debería ser materia de los colegios primarios el “uso controlado y benéfico” de las drogas?
Si aceptamos la tenencia para consumo ¿por qué no su venta? Esta aporía la plantea muy lógicamente la revista THC Nº 9. “Si ahora vamos a poder tener lo que elegimos consumir ¿De donde lo vamos a sacar?” Obviamente. Y si lo hacemos deberemos aceptar la droga como una mercancía más que el estado debe regular. Las fantasías aquí llegan a prometer que con la legalización el narcotráfico se beatificaría por la posibilidad de crear narcopymes.
Si como dice la Corte la intervención estatal ante la tenencia para consumo de drogas no resiste un examen de constitucionalidad cuando no implique “un peligro concreto o un daño a derechos o bienes de terceros” ¿no podría ser este un excelente argumento para los barrabravas impedidos de ingresar a los estadios de fútbol?
Un hijo de padres consumidores inicia juicio al estado por haber consentido aquello que destruyó su vida ¿desearíamos que ese hijo gane o que pierda?
Si encontramos con cocaína para uso personal al chofer del ómnibus al que nos vamos a subir ¿debemos esperar a volcar para hacer algo? La respuesta de que “las empresas seguramente tendrán sus controles” no hace más que confirmar lo que nosotros planteamos: el fallo de la Corte pone en la esfera privada un problema público, o sea, es un paso más hacia la ausencia del Estado.
Si los laboratorios médicos sacaran al mercado ansiolíticos “aditivados con THC” (tetra hidro canabinol, principio activo de la marihuana) ¿deberíamos iniciar juicios por hallarnos frente a una maligna jugada corporativa para aumentar la adictividad de sus productos o felicitarlos por su “apertura mental”?
Psicólogos, médicos, psiquiatras, periodistas, políticos y jueces nos dicen que “no debemos preocuparnos si nuestros hijos prueban drogas”. ¿Qué acción legal tomaríamos con un médico que nos dijera que “no debemos preocuparnos por un tumor porque probablemente sea benigno”? ¿Debemos esperar 5 o 6 años a que la enfermedad avance para ahí sí tener la preocupación “autorizada”? Si aceptamos que un porcentaje de los probadores terminarán en la adicción ¿Cuál es el riesgo que sería racional aceptar, un 2%, 3%, 4%? En otras palabras: si un ser querido juega a la ruleta rusa ¿cuán pequeñas deben ser las probabilidades de que salga el tiro para “dejarnos tranquilos”?

Pero hay más...

Ni siquiera rozamos el tema de las transformaciones sistémicas que las drogas generan en la personalidad individual y en la dinámica familiar.
El consumo de sustancias está totalmente contraindicado en muchos casos como quienes sufrieron trauma psíquico, tienen esquizofrenia, trastorno bipolar o límite.
Aun la marihuana, que es publicitada como una droga inocua produce síntomas de paranoia en un 14% de los consumidores.
La cocaína por su parte es teratogénica, o sea, puede causar malformaciones en el desarrollo fetal.
Pero en este debate, pareciera que los argumentos que apuntan a la preservación del individuo y su entorno más allá de su propia decisión son débiles, en un ambiente de individualismo, evasión y banalización como el que vivimos, donde aun quien decidió preservarse tiene serias trabas.
El tema es sacado del ámbito de la salud para ser ingresado al de la moral personal. La palabra moral suena a moralina y toda moral es relativa. Con este cambio de sentidos la Corte Suprema difumina las consecuencias negativas de la droga en la sociedad.
La necesidad de consumir droga no es una estupidez, el deseo de consumir es ­válido. En el secundario nos llegan a enseñar a sacar raíces cuadradas “a mano”, pero no algo que necesitamos más en nuestras vidas como manejar un miedo, una culpa o una vergüenza. El consumo de drogas florece donde falta una alfabetización emocional, donde los lazos afectivos están pegoteados o no existen. El deseo de consumir es válido, es una mala solución para el problema real de mucha gente que necesita una paz y bienestar que no puede obtener por otros medios. Pero consumo de droga es la invalidación de los propios sentimientos, memoria e identidad. La evasión química no es gratuita para el psiquismo. Lo que lleva a una persona a consumir puede ser descubierto en el proceso terapéutico. Cuando en tratamiento una madre y un hijo se reencuentran en un abrazo luego de años de lejanía afectiva, ese instante vale más que toda la droga del mundo. Esa es la auténtica libertad, que surge del autodescubrimiento y del encuentro en el espejo de nuestros seres queridos.

Lic. Sergio Landini
M.N. 16.996
Director del Programa
Psicológico Asistencial
Valorarte Asociación Civil
Tel: 4544 7154
http://www.valorarte.org.ar/
info@valorarte.org.ar

martes, 22 de septiembre de 2009

Ante el fallo de la Corte Suprema, respuesta del Equipo de Sacerdotes de las Villas de Emergencia de la CABA

BUENOS AIRES, sábado, 29 de agosto de 2009 (ZENIT.org-AICA).- Ante el fallo emitido esta mañana por la Corte Suprema de Justicia, que dejó libres a cinco personas que consumían marihuana por considerar que su consumo en el ámbito privado está protegido por la Constitución Nacional, los miembros del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la arquidiócesis de Buenos Aires emitieron un comunicado en el que, si bien reconocen "buena intención de los que buscan no criminalizar al adicto", advierten que en el caso de las familias más vulnerables, la despenalización implica "dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su derecho a la salud.

* * *

Ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia del día de hoy, quienes integramos el Equipo de Sacerdotes para las Villas expresamos a continuación nuestra humilde opinión, que ratifica plenamente aquellas reflexiones que se hicieran públicas .

Nosotros somos respetuosos de los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Valoramos su autoridad. Además creemos en el valor de las instituciones para el crecimiento de nuestra Nación.

Por otro lado nuestra palabra sobre la despenalización no pretende ocupar el lugar que tiene la palabra de la Conferencia Episcopal Argentina sobre este tema.

Con espíritu de aportar al diálogo -ofreciendo el propio pensamiento y buscando integrar el pensamiento diferente- y no de confrontar, hicimos público nuestro documento: "La droga en las Villas: despenalizada de hecho".

Queríamos defender a nuestros vecinos villeros -estigmatizados por tantas cosas-, afirmando que una cosa es la Villa y otra el narcotráfico. Y señalar que los primeros que sufren las consecuencias del narcotráfico son los habitantes de estos barrios humildes.

El Evangelio de Jesús nos invita a pararnos en las periferias geográficas y existenciales y desde allí mirar. Nos invita a entrar en comunión con los más pobres, y desde los pobres llegar a todos. Este camino desde los pobres a todos nos parece un programa más que valido a la hora de trazar políticas de Estado, a la hora de legislar y a la hora de juzgar.

Muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestros barrios no viven sino que sobreviven y muchas veces la oferta de la droga les llega antes que un ambiente dichoso y sano para jugar, llega antes que la escuela, o llega antes que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno. Se acortan así las posibilidades de darle un sentido positivo a la vida. "Hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se juega en el eje inclusión-exclusión; comunión-aislamiento" (Carta pastoral de la CEA, del 20 de agosto del 2009. Nº 22)

No pretendemos que la responsabilidad frente a esta situación de desigualdad de oportunidades quede sólo en manos del Estado. La solidaridad es en primer lugar que todos nos sintamos responsables de todos. (Cf. CIV 38)

Nos preguntamos: ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que es legal la tenencia y el consumo personal? Nos parece que al no haber una política de educación y prevención de adicciones intensa, reiterativa y operativa se aumenta la posibilidad de inducir al consumo de sustancias que dañan el organismo. La experiencia de acompañar a jóvenes en el camino de recuperación y reinserción social nos ha permitido escuchar el testimonio de muchos que han empezado consumiendo pequeña cantidad de marihuana y de pronto se encontraron consumiendo drogas más dañinas aun como el paco. La vida se les volvió ingobernable. Por eso desde nuestro punto de vista las drogas no dan libertad sino que esclavizan. La despenalización a nuestro parecer influiría en el imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño.

Vemos la buena intención de los que buscan no criminalizar al adicto, es una locura criminalizar la enfermedad. Pero intentemos pararnos nuevamente desde la perspectiva de las familias más vulnerables. Sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del adicto y su familia - que pide ayuda- con el Estado es la justicia. Despenalizar en estas condiciones, es dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su derecho a la salud. La dinámica misma de la adicción, lleva muchas veces a hacer cualquier cosa para satisfacer el deseo de consumo. El próximo encuentro entre el Estado y el adicto ya no será en la enfermedad, sino en el delito que a veces nace de ella.

Usando una imagen podríamos decir entonces que la discusión sobre la despenalización corresponde a los últimos capítulos del libro y no a los primeros.

Pedimos a la Virgen de Luján, Madre del Pueblo, que cuide y proteja a sus hijos que padecen el flagelo de la droga, de fuerzas a sus familias y luz a nuestra sociedad para generar vínculos de promoción y solidaridad.

Equipo de Sacerdotes para las Villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires.

domingo, 30 de agosto de 2009

La Corte Suprema de Justicia de la Nación

Desde la reforma constitucional del año 1994, en nuestro país, la Corte cuenta con un mecanismo, llamado "audiencia pública". El principio de audiencia pública se encuentra en la Constitución Nacional. Tal principio se relaciona directamente con el principio del debido proceso que resguarda la garantía de los interesados a ser oídos antes de que la administración dicte una decisión de gran impacto social que pueda afectar sus derechos e intereses.

En tres oportunidades, distintas ONGs, integradas por afectados al consumo de drogas y familiares, como así también por profesionales de la salud y de la educación, hemos solicitado formalmente a la Corte Suprema una audiencia pública, previa al dictamen, para tratar el tema de la despenalización de la tenencia y la falta de política de Estado. Estos pedidos fueron debidamente fundamentados.

¿Por qué la Corte no dió lugar a tales pedidos? Y en lugar de ello clausuró la posibilidad de un debate pleno y hasta el momento ausente en nuestro país.

Y hoy, inmediatamente después de emitir el fallo previsto, la misma Corte, exorta a la ciudadanía a la participación y el debate. ¿No resulta contradictoria tal actitud?

Red de Madres y Familiares

lunes, 10 de agosto de 2009

CONOCER EL RIESGO ES EVITAR EL DAÑO

De una vez por todas debemos rescatar como prioridad que los posicionamientos respecto al abuso de drogas deben basarse en una plataforma de conocimiento y no de opinión, gusto o prejuicio. El hecho de que haya adictos creativos no indica que la adicción sea el camino de la creatividad. Porque además resulta cierto que la mayor parte de esas creatividades terminaron en forma precoz y abrupta por causa del desmadre, el descontrol y la supuesta conciencia ubicada en un plano superior.

Remite entonces a la supuesta superioridad de algunos sobre otros y no a la búsqueda de una igualdad de oportunidades, posibilidades y proyectos para todos, el pensar que hay seres cuya conciencia se expande mientras el común de los mortales desde su pequeñez los admiran.

La mera idea de que hay personas que pueden drogarse toda la vida deja de lado la pregunta de cuáles son las condiciones básicas de salud, de valor de la existencia, de experiencias de interacción y solidaridad.

Asistí en la década del 60 en San Francisco a conferencias de Timothy Leary en la Liga para el Descubrimiento Espiritual (nombre que remitía a una burda transformación de siglas del LSD) donde encontré un nivel de pobreza conceptual disfrazada con experiencias sicodélicas. O sea que una estimulación química del sensorio encubría fobias, ansiedades, dificultades de contacto. El Profesor había sido expulsado de la Universidad de Harvard por experimentar con sus alumnos cuando ya la droga había sido declarada no inocua por la OMS.

Después pude observar los efectos de diferentes sustancias a través de la interacción con grupos de terapia, grupos musicales, músicos, pacientes. Casi siempre la droga sustituía o pretendía reemplazar una carencia por una estimulación, proponiendo una transformación de la conciencia, una negación de problemas. Nunca he registrado un enriquecimiento personal sino más bien un entorpecimiento de la conciencia y una dependencia infantil de la sustancia.

En Calabria recorrí pueblos en que los jóvenes se habían dormido, apoyados contra las paredes de una calle, teniendo todavía clavado en sus venas una jeringa con heroína. Eran desocupados, desesperados, angustiados ajenos a toda asistencia, afectados por la desocupación persistente en la región.

La droga seguramente calma desesperaciones pero no las transforma en otra cosa. Una noche prolongada por el éxtasis no arriba a ningún puerto nuevo. Gasta energías y aísla induciendo el convencimiento de que solo los iniciados pueden entender la ruta emprendida.

Por eso cuando desde la asistencia social o la psicología o el derecho –casi nunca desde la salud- se propone destrabar las restricciones al consumo abusivo de sustancias quisiera que primero me hagan el recuento de los que sacrificaron sus vidas en la carrera ilusoria del máximo consumo. Ya no están para ilustrarnos sobre el intenso disfrute que produce la cocaína inyectada al golpear el cerebro. Como el suicida que no puede relatarnos su pasaje al otro lado cuando cae desde un piso elevado. Es que no se han arrepentido a tiempo. Otros, los que han colaborado por facilitar drogas, los que han acompañado el abuso, los que no han intervenido habiendo tenido oportunidad de hacerlo, tendrán esa cuenta que saldar.

Entre ellos los que proponen despenalizar lo que no esta penalizado, proponiendo cambios que eliminan la prevención, única arma de alerta y educación en el tema, en nombre de los derechos. Qué posibilidad tiene una persona que ha trastornado su conciencia por efecto de químicos, de hacer uso adecuado de los derechos que se le quiere ofrecer. ¿Hay un conocimiento adecuado de los riesgos, o nos arrepentiremos después de haber sacado de madre el volumen del consumo, y tendremos más victimas a las que rendir el homenaje de un recuerdo cuando ya no estén?

El rescate de valores en la sociedad de consumo parece una utopía, pero no podemos avanzar sin reconocer las dificultades de carecer de objetivos saludables, socialmente significativos, que tiendan a la preservación del bien común y a la promoción de la solidaridad social. A una sociedad dañada no se la mejora agregando daños sino reparando las inequidades, la falta de oportunidades, brindando caminos, ejemplos y objetivos.-


Por Wilbur Ricardo Grimson
Fundación de Prevención Social

lunes, 20 de julio de 2009

Para ser más claros

En forma recurrente debemos aclarar, tanto a algunos legisladores como a algunos medios, que lo que nosotros cuestionamos es "la despenalización de la tenencia de drogas", ya que en forma reiterada se habla de "despenalización del consumo de drogas".

El consumo no está penalizado por la ley vigente. Y esto es correcto, ya que no tiene sentido penalizar a alguien por estar enfermo. Lo que está penalizado es la tenencia. Y si es en pocas cantidades y se presume que es para uso personal, el juez puede determinar y debe hacerlo, un tratamiento, preventivo si es un consumidor ocasional ( 3 meses, 2 veces por semana) a cargo del Ministerio de Educación, o de rehabilitación, si es un abusador o adicto, a cargo del Ministerio de Salud. Al terminar su tratamiento, el que se haya indicado, la causa judicial cae y no queda registro alguno. Es precisamente la ley vigente, la que tiene el mérito de haber llevado el tema al campo de la educación y la salud, en el año 1989, obligando al Estado a intervenir a través de los respectivos Ministerios.

Las modificaciones que ahora pretenden hacer, le quitarían al Estado la obligación de intervenir preventiva y curativamente. Se legitimaría así el abandono de persona y el descuido de la salud pública.

Esto lo aclaramos, porque para sumirnos en un delirio confusional ya están todos los que no quieren que "acertemos la mano con la herida", como decía Antonio Machado.

Decimos que también es un tema de desarrollo social, del mejoramiento de las condiciones de vida y de mayor inclusión social. Muchos niños calman el hambre, el frío o la angustia del desamparo con el consumo.

No hay políticas públicas de asistencia, de prevención. La oferta ha crecido, hay producción y hay mayor consumo. Hay una cultura que a través de los medios de difusión, ha promovido y naturalizado el consumo, ha fabricado la demanda.

Con las modificaciones que pretenden hacer ahora a la ley vigente, también se facilita, se legaliza la venta minorista de drogas en nuestros barrios.

¿Y el Estado? Les vamos a citar una frase, de un adicto:

"El Estado que promueve la venta de drogas es un Estado corruptor" Baudelaire

viernes, 26 de junio de 2009

Red de Madres yFamiliaresde Víctimas de las Drogas redmadresyfamiliares@gmail.com
Tel. 15 44 09 06 80

Carta pública al Pueblo Argentino y a la Corte Suprema de Justicia de la Nación

Con motivo de conmemorarse el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. *

Buenos Aires, 26 de junio de 2009

La Red de Madres y Familiares de Víctimas de las Drogas presentó el día 2 de febrero del corriente año a la Corte Suprema de Justicia de la Nación un pedido de que se convoque a audiencia pública para escuchar a diferentes sectores de la población, afectados directa o indirectamente por el consumo, abuso y adicción a las drogas, así como también consultar a reconocidos referentes técnicos y científicos y a integrantes de ONGs comprometidas en el trabajo de prevención y tratamiento de las adicciones, en presencia de los jueces que trabajan sobre un próximo fallo que legitimaría, según trascendió, la tenencia de sustancias psicotrópicas para consumo personal. También se registra otro pedido de audiencia pública, el año pasado, a través de una carta enviada a uno de los miembros de la Corte. (1)
Si el fallo declara la inconstitucionalidad, en forma general, de la penalización de la tenencia de estupefacientes para uso personal, esa sentencia provocará la necesaria intervención del Congreso para redefinir la ley (23.737) y adecuar la norma a la decisión del máximo tribunal, lo que equivaldría a desconocer los tratados internacionales firmados por nuestro país, que integran nuestra Constitución Nacional.
Esto no sorprenderá a quienes ya han presentado propuestas en esta misma dirección en nuestro Congreso, alentados por algunos funcionarios y algunos legisladores. Son propuestas de modificaciones a la ley vigente: la modificación del artículo 14 que penaliza la tenencia para uso personal (2º párrafo), derogación del articulado que obliga al Estado a intervenir para el caso de consumidor ocasional con la aplicación de una medida preventiva a cargo del Ministerio de Educación (tres meses, dos veces por semana), y, para el caso de abusador o adicto, con la aplicación de una medida curativa a cargo del Ministerio de Salud (tratamiento de recuperación, dos años, o lo que fuera necesario).Además, estas propuestas incluyen legalizar el uso medicinal de la marihuana. En realidad, este uso puede ser reemplazado por medicamentos mucho más eficientes y baratos existentes hoy en día y que no producen dependencia.
La sociedad se enfrenta así a la iniciativa de un grupo de juristas que ya ha tenido graves consecuencias en aquellos países que la aplicaron y debieron dar marcha atrás. La Corte puede cometer un grave error. El tema es complejo y no encuentra fácilmente espacios no distorsivos. Porque exige un abordaje integral y una discusión plena.

Entre algunas de las reflexiones que son necesarias hacer se encuentra el tema de la relación del consumo y su legalización con el modelo sociocultural vigente.

Las cifras recientemente dadas a conocer por el Ministerio de Justicia y el INDEC señalan un consumo de alcohol que afecta al 75% de la población. La enfermedad alcoholismo debe estar por encima del 10% y hubiera interesado que se la registrara. Mientras tanto, Aníbal Fernandez se jacta de que el consumo de cocaína sea de “sólo 2.4%”, cifra que remite a 888.000 personas y que debería preocuparnos. (1)En nuestro país el abuso del alcohol es endémico. La llegada de nuevas drogas se apoya sobre una cultura que da señales ambiguas cuando no contradictorias. Dos mil millones de litros de bebidas alcohólicas en un año para algo más de treinta millones de habitantes significan muchas cosas dentro de una cultura manejada por los medios, como la actual. Sería poco sensato pensar que semejante mercado legal, no tiene influencia sobre cómo piensa la gente que debe disponer de las sustancias que alteran su conciencia, y otro tanto puede decirse también del tabaco y la cultura de la automedicación y/o prescripción abusiva de medicamentos psicotrópicos. Dentro del marco cultural que construye esta oferta, se presentan las drogas ilícitas como un problema emergente que, pese a que se intenta ordenar por separado, recibe la herencia de una sociedad que ya tiene sus definiciones en materia de drogas.Pocos son los que consumen drogas que no hayan partido del abuso del alcohol. Estos jóvenes ya conocían atajos cuando llegaron a las drogas ilegales, y el primero de estos fue el alcohol. También es cierto que no todos los que recorrieron o recorren estos atajos llegaron a las drogas ilegales.(Ni todos los que llegaron a las drogas ilegales finalizaron en el consumo del paco, que, por otro lado, es también la droga de inicio en muchos niños y jóvenes de corta edad en las zonas más marginadas de nuestro país.)Pero esto no significa que cada uno de los peldaños no tenga su propia cosecha de trastornos. La simple intoxicación alcohólica, por ejemplo, produce más muertes en accidentes, por ejemplo, que todas las sobredosis de sustancias ilegales juntas.La medicación del ánimo y del comportamiento comienza muy temprano, desde lo legal y en pocas cantidades.El modelo de resolución de los primeros conflictos a partir del uso indebido de sustancias legales está dentro de los hechos aceptados como "naturales" y fuera de reflexión y cuestión y queda absolutamente tapado por las nuevas necesidades que se despertaron con la dependencia que es la superficie visible del problema.

Cuando los niveles del problema se tratan como si fueran compartimientos separados, cuando se desestima la característica de continuo que los define, desde el abuso de lo legal a lo ilegal, se refuerza la idea de que el problema es de las sustancias y no de las personas.

Este error se repite en el abordaje de la prevención. De esta forma el doble mensaje que implica centrar el problema en lo ilegal habilita, ignorándolo, el uso indebido en los inicios.

El tema es: ¿hasta dónde alcanzan hoy, en la Argentina, los límites de la tolerancia social al uso indebido de drogas?¿Frente a qué y en qué circunstancias actúa la alarma social?

Gran parte del consumo de drogas transcurre a cielo abierto. Y en contextos masivos de concurrentes. Esto nos aleja del ámbito privado “que no afecta a terceros” a que se refiere el artículo 19 de la Constitución Nacional. Y nos enfrenta a una población que sabe sin darse cuenta, que ve sin mirar, que oye sin escuchar el alboroto desgastante que causa el uso indebido de drogas en su propio medio.Una tolerancia que omite enterarse de lo que ocurre en la propia plaza, en la terraza del edificio, en la cancha de deportes, en los umbrales de las puertas de calle y en las calles, en la esquina, en la galería comercial, en el kiosco del barrio, en la playa, en el boliche, en los pubs y en el estadio de fútbol.Es decir que el uso de drogas ilícitas no transcurre en lugares poco accesibles y nada frecuentados. A veces ni siquiera es anónimo. Puede ser una perspectiva gravemente equivocada pensar que "sólo es un grupo que lo hace", porque el problema son los que no miran, los que no escuchan, los que no se dan cuenta porque ellos son parte de una tolerancia social de doble cara. Situación que, en definitiva, también refleja en un enfoque preventivo que no se ocupa de los problemas que debe resolver.El muchacho que hoy se anima con una cerveza indica que el problema no está circunscripto a lo ilegal. (2) Y la ignorancia lleva a la gente a sufrir accidentes a corto plazo.

Un grupo de jueces debe reconocer que lo jurídico no parece un modo apto de solucionar los problemas de la sociedad actual.

Hasta la fecha no hemos obtenido por parte de la Corte ninguna respuesta a nuestro pedido, a la cual le entregamos oportunamente un texto explicando por qué pedimos la audiencia.Algunos de los miembros de la Corte han explicitado sus fundamentos: citan el artículo 19 de la Constitución Nacional: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”.Hay temas que sólo los profesionales del Derecho podrán discutir. Pero en cuanto a si el consumo de estupefacientes afecta o no a terceros, sea su práctica privada, pública o colectiva, creemos que está en condiciones de poderlo discutir cualquier simple madre o familiar de un consumidor, abusador o adicto al alcohol o al resto de las drogas. Incluso sus vecinos. Podemos decir que es la comunidad en su totalidad la que resulta afectada y también desprotegida debido a políticas públicas insuficientes y no abarcativas. Esta cuestión debería resolverse antes de cambiar el encuadre jurídico.

La urgencia que le imprimen a hacer modificaciones de la ley debiera orientarse en cambio a la búsqueda de soluciones.

Todos los países que han liberalizado las costumbres, antes de permitirlo, han provisto de más camas públicas, más prevención y más reinserción social. Y nosotros estamos por debajo del punto cero en cada uno de estos temas.
El Estado nacional no está asistiendo adecuadamente a las instituciones que se dedican a la rehabilitación. La Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico) no da abasto ante la enorme demanda y cuenta con un presupuesto para unas pocas becas de un año. Éstas no alcanzan para tratamientos prolongados. La gran mayoría de las provincias no tiene sistemas de tratamiento para recuperación de adictos. Sólo unos pocos municipios, con enorme esfuerzo, están buscando articular algún programa. Tampoco se cumple la ley en lo que se refiere a estrategias de prevención, que no deberían consistir sólo en campañas esporádicas, espasmódicas, aleatorias y desconectadas de planes integrales que apunten al rescate del adicto. (3)
La reiterada declaración del ministro de Justicia que sostiene que el consumo es un problema de salud, queda desmentida por una práctica que demuestra que no existen dispositivos sanitarios públicos en la mayor parte de las provincias, ni se asignan los recursos que sería necesario multiplicar para compensar el peso con que se depende de las organizaciones no gubernamentales para la práctica asistencial, mientras se posterga una vez más la prevención integral. (1)

El argumento que asumiría el fallo previsto cuenta también con sus seguidores fuera de la Corte.

Desde políticos hasta empresarios. Argumento que, por supuesto, prescinde de la opinión de la mayoría de los expertos reconocidos del país, así como de los prestadores de los servicios asistenciales. (1) Y han emprendido campañas mediáticas, en favor de sus intereses proveyendo al imaginario social de conceptos tales como “el uso responsable de tal o cual droga”, “el respeto a las libertades individuales”, “la importancia de la educación en la reducción de daños”, “los nuevos paradigmas” y “el valor recreativo del consumo de drogas”. Un ministro nos sorprendió al afirmar que el 75% del consumo juvenil de drogas en el país es "recreativo". Si así fuera, cabe preguntarse si el 25% restante entró en la adicción por un camino distinto del de la "recreación". (3)
A esta altura sólo la irresponsabilidad puede encaminarse por esta senda dudosa. Se basa en la ignorancia de la crisis de valores que soportamos y pretende decir a nuestros hijos que tienen derecho a drogarse. No les hablan de responsabilidades y no les dicen que hay derechos vitales, básicos, que son, día tras día, vulnerados. Hablan de libertad cuando el consumo de drogas no es más que una práctica alienante que conduce a aplacar toda legítima rebelión frente a la inequidad, marginación y exclusión que impera en nuestro país.

Como dijo un poeta: Todo es adrede, bien lo sabemos. Desde el maleficio de las drogas hasta el desmantelamiento de la juventud. Todo está destinado para que no creamos en nosotros mismos y menos aún en el prójimo indefenso. (… ) Todo es adrede y por eso construyen ideologías/basura donde intentan moler las virutas de vida. (Mario Benedetti - “Vivir adrede”)

También hemos hecho nuestras las siguientes reflexiones ya que coinciden con las propias y están en esta oportunidad tan claramente expresadas:

Si el comportamiento del consumo es un comportamiento evasivo de una realidad intolerable, el punto a discutir son las condiciones de esa realidad y no si debe legalizarse o no el escape de ellas.

Se está pasando por encima de otro tema que es el de la calidad de vida de la gente.
Una vez aceptado, y nosotros no lo aceptamos, que no hay cambio posible en la forma de vida actual y que la legalización de las drogas es un camino válido para pasar, por unos instantes, a una alternativa mejor, nos quedan por exigir antes algunas cosas.
Queremos una democracia de libertades plenas, donde un maestro tenga la misma posibilidad de informar a la gente que la que tiene el que vende alcohol o tabaco o revistas que hacen apología del uso de la marihuana. Porque cuando ese mismo empresario, legalmente, pueda salir a vender otra droga más, vamos a necesitar que nuestros hijos accedan a la cultura del conocimiento y no sólo a la que diseña la técnica del marketing.
Queremos también una democracia competitiva, donde a la par del bar y del videogame tengamos para nuestros hijos la posibilidad de mostrarles el placer del conocimiento y el descubrimiento, en otra instancia que no sea la biblioteca silenciosa y vacía que no abre los domingos.
Queremos que los medios provean un espacio —equivalente al que tienen los patrocinadores del consumo— a quienes sostenemos que el cansancio no es malo, que el dolor es parte de la vida y que la caspa no es la medida de la gente.
Queremos un lugar equivalente donde se pueda reivindicar las cosas que no se venden.
Una vez que nos aseguren esta democracia plena y justa, entonces podremos estar de acuerdo en discutir si hay que legalizar las drogas que faltan o con las que ya están es suficientemente grave la situación. (2)

En resumen:

1) No ha existido un debate serio y pleno en relación a una problemática que impregna nuestra convivencia y la altera. Un debate que incluya tanto a los expertos como a las ONGs del campo de la prevención y el tratamiento. Desmentimos que la Comisión de Expertos del Ministerio de Justicia reúna reales expertos reconocidos internacionalmente ya que el único que reúne esa característica es el camarista Dr. Cattani, registrándose la ausencia de representantes de políticas públicas del Ministerio de Salud y de las ONGs. La oportunidad de hacerlo la daría una audiencia pública como ha sido reiteradamente solicitada a la Corte Suprema de Justicia.

2) La tolerancia social es parte del problema.

3) ¿Cuáles debieran ser los ejes de la acción prioritaria? ¿La búsqueda de soluciones o las modificaciones al marco jurídico?

4) El punto a discutir ¿cuál es? : ¿las condiciones de vida intolerables o si se debe legalizar todo aquello que facilite un escape ilusorio de ellas?5)

Entre muchos otros temas a considerar podemos mencionar:

La gran cantidad de oferta.

La falta o insuficiencia de políticas públicas de prevención y asistencia previstas e indicadas en nuestras leyes vigentes y por qué no se cumple con dichas leyes.

El contexto cultural, determinado o condicionado fuertemente a través de los medios por la técnica del marketing. La falta de regulación de este fenómeno y cómo se ha fabricado tan importante demanda de consumo de sustancias psicoactivas.

Hemos intentado expresar el sentir, la experiencia y la palabra de científicos, de técnicos, de profesionales de la salud, de docentes, de gente de la cultura, de afectados por las consecuencias del uso indiscriminado, de personas sensibles al sufrimiento de sus vecinos, en definitiva, de los que hemos quedado excluidos de las consideraciones del poder político, de los juristas y de los empresarios inescrupulosos.Desde ya, lejos de autocomplacernos en este esfuerzo, que lejos está también de abordar la complejidad del tema — somos conscientes de que sólo hemos arrojado algunos aspectos a considerar—, esperamos que sirva como una invitación a la reflexión crítica, a la acción transformadora y a una mayor calidad en la intervención estatal.

Red de Madres y Familiares de Víctimas de las Drogas

* En 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió establecer el día 26 de junio de cada año como el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y e l Tráfico Ilícito de Drogas, para dar una muestra de su determinación en fortalecer las actividades necesarias para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del abuso de drogas. La Asamblea tomó esa medida el 7 de diciembre de 1987 (resolución 42/112), de conformidad con la recomendación de la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas del 26 de junio de 1987.

Citas bibliográficas
1) Dr. Wilbur R. Grimson, médico psiquiatra, especialista en adicciones y ex secretario de Estado de la SEDRONAR (2002-04), - carta al Dr. Zaffaroni (www.clarinblogs/drogas/prevencion y tratamiento); y Artículo: “Ante el debate de las adicciones” (2008)
2)Dr. Hugo Miguez, investigador independienteConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.Argentina - Fragmentos extraídos de sus artículos: “Apuntes para la prevención”(1999) y “Sobre la legalización de las drogas”(1994)
3) José Eduardo Lozano- obispo de Gualeguaychú: “Despenalizar ¿cura o mata?” La Nación, 29/12/2008


Este jueves 25 de junio, a las 11 hs, se reunieron los distintos grupos en la Plaza de Mayo, como todos los jueves a la misma hora.

miércoles, 3 de junio de 2009

LA DROGA EN LAS VILLAS: DESPENALIZADA DE HECHO

Mensaje de los sacerdotes para las villas de emergencia(25 de marzo de 2009)

Queridos Hermanos:
Queremos compartir con ustedes un documento que elaboramos sobre el flagelo de la droga en las Villas. Tal vez alguna cosa sea de utilidad para otros barrios. Muchas gracias por su cercanía, ayuda y oración.

Equipo de sacerdotes para las Villas de emergencia.

Miles de mujeres y de hombres hacen filas para viajar y trabajar honradamente, para llevar el pan de cada día a la mesa, para ahorrar e ir de a poco comprando ladrillos y así mejorar la casa. Se va dando así esa dinámica linda que va transformando las Villas en barrios obreros. Miles y miles de niños con sus guardapolvos desfilan por pasillos y calles en ida y vuelta de casa a la escuela, y de esta a casa. Mientras tanto los abuelos, quienes atesoran la sabiduría popular, se reúnen a la sombra de un árbol o de un techo de chapa a compartir un mate o un tereré y a contar anécdotas. Y al caer la tarde muchos de todas las edades se reúnen a rezar las novenas y preparar las fiestas en torno a las ermitas levantadas por la fe de los vecinos.La contracara, el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada desde hace años, quizás con más fuerza desde el 2001. Entre nosotros la droga está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir sin ser prácticamente molestado. Habitualmente ni la fuerza pública, ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos chicos que tienen veneno en sus manos.Ante la confusión que se genera en la opinión pública con la prensa amarilla que responsabiliza a la Villa del problema de la droga y la delincuencia, decimos claramente: el problema no es la Villa sino el narcotráfico. La mayoría de los que se enriquecen con el narcotráfico no viven en las Villas, en estos barrios donde se corta la luz, donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común ver cloacas rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la Villa –como zona liberada- resulte funcional a esta situación.La vida para los jóvenes de nuestros barrios se fue tornando cada vez más difícil hasta convertirse en las primeras víctimas de esta despenalización de hecho. Miles arruinados en su mente y en su espíritu se convencieron que no hay posibilidades para ellos en la sociedad.Por otra parte profundamente ligado al tema de la droga se da el fenómeno de la delincuencia, de las peleas, y los hechos de muerte violenta (“estaba dado vuelta”). Esto nos hace tomar conciencia de otro gran tráfico que hay en nuestra sociedad que es el tráfico de armas, y que visualizamos como fuera de control. Cuando vemos muertes causadas por menores adictos, también nos preguntamos ¿quién es el que pone el arma en manos de los menores? De este espiral de locura y violencia las primeras víctimas son los mismos vecinos de la Villa.La destrucción pasó como un ciclón por las familias, donde la mamá perdió hasta la plancha porque su hijo la vendió para comprar droga. Estas familias deambularon por distintas oficinas del Estado sin encontrar demasiadas soluciones año a año. Toda la familia queda golpeada porque su hijo está todo el día en la calle consumiendo. Asombra ver como ese niño que fue al catecismo, que jugaba muy bien en el fútbol dominguero, hoy “está perdido”. Causa un profundo dolor ver que esa niña que iba a la escuela hoy se prostituye para fumar “paco”.

La despenalización de hecho generó inseguridad social.

La raíz de la inseguridad social hay que buscarla en la insolidaridad social.[1] A poco que nos pongamos a la luz de Palabra de Dios, descubrimos que como sociedad no nos hemos movilizado suficientemente ante el hecho dramático del hambre de los niños, que da lugar a adolescentes débiles física y mentalmente. Con madres y padres angustiados sin trabajo o changas mal remuneradas. A los que les resulta más difícil entusiasmar a sus hijos con actividades en clubes y cursos o cualquier otra forma positiva de ocupar el tiempo, ya que no cuentan con el apoyo y el dinero necesario. Se generan así situaciones infrahumanas aprovechadas a su vez, por los gananciosos distribuidores de droga.Como sacerdotes y vecinos de estas barriadas humildes, sentimos la llamada evangélica de acompañar a aquellos niños, adolescentes y jóvenes que en gran cantidad se encuentran en este infierno de la droga y a la vez de exhortar a la conversión a los que pisotean la dignidad de los mismos de esta inescrupulosa manera, avisándoles que Dios y la Virgen les van a pedir cuentas.Ahora escuchamos hablar de despenalizar en el derecho el consumo de sustancias. Nos preguntamos: ¿ministros y jueces conocen la situación en nuestros barrios? ¿Han dialogado con el hombre común de la Villa? ¿Se han sentado a elaborar con ellos proyectos liberadores –la droga esclaviza- o simplemente se piensa en implementar recetas de otras latitudes?[2]¿Cómo decodifican nuestros adolescentes y jóvenes el mensaje: se puede consumir libremente, por ejemplo cocaína?

Algunas propuestas

Cuando un cura se acerca y saluda a los chicos y chicas que están en los pasillos de consumo, en esos lugares de tristeza y desesperación, recibe generalmente preguntas y pedidos de este tipo: “¿Dios a mí me ama?” “¿Me voy para arriba o para abajo?” “Padre me da la bendición de Dios”. “¿No me ayuda a salir de este lugar?, no aguanto más esta vida”…Apoyándonos en el Evangelio de Jesús nosotros creemos que cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita, ninguna vida está de sobra.Por eso nos resistimos a mirar esta realidad social desde los papeles de las estadísticas, desde los fríos números. Desde esta perspectiva un adolescente que comienza hoy a consumir paco, es sólo uno más. ¿Qué importancia tiene esto si no afecta a los números y estadísticas que aletargan nuestra conciencia y nuestro compromiso? Tal vez esta mirada se inquieta si los números crecen demasiado, nada más.Nosotros queremos intentar mirar la realidad desde el corazón de Dios. Es que Dios no quiere que ninguno de sus hijitos se pierda, para todos quiere una vida plena.Por eso sin ser expertos en la materia, aunque con cercanía diaria con esta realidad, acercamos algunas propuestas-intuiciones en base a las cuales estamos trabajando. De hecho en varias Villas venimos transitando distintos caminos de prevención, recuperación y reinserción; de acuerdo con cada realidad y con las posibilidades que contamos.

Prevención

No hay que ser ingenuos, la tríada hambre-criminalidad-droga es demasiado fuerte. Frente a esta dramática situación tenemos que tomar conciencia de que hay que realizar un trabajo de prevención sistemático y a largo plazo.Nos parece que se trata principalmente de crear ámbitos de contención y escucha de nuestros niños, adolescentes y jóvenes -en este sentido no es menor todo lo que se haga para fortalecer a sus familias-. Ámbitos de recreación y de construcción de un proyecto real para su vida. La verdad es que se logra poco con el no a la droga sin un fuerte sí a la vida.Muy unido al tema del consumo de droga, tal vez como una de sus grandes causales esta la falta de sentido, de un horizonte hacia el cual caminar. El aburrimiento, el tedio, el no tener que hacer, van minando la pasión por la vida y donde no hay pasión por ella, aparece la adicción. El gran trabajo de prevención nos parece que tiene que tener como eje el mostrar que la vida tiene sentido. Por eso nos parece que las adicciones son principalmente enfermedades espirituales, sin negar obviamente su dimensión biológica y psicológica.[3] Una persona espiritualmente saludable está convencida de que la vida merece vivirse, le encuentra sentido a lo que hace, tiene la “alegría de vivir”.Nuestro país tiene una enorme deuda social. “La deuda social es también una deuda existencial de crisis de sentido de la vida: se puede pensar legítimamente que la suerte de la humanidad está en manos de quienes sepan dar razones para vivir”[4].El sentido de la vida se adquiere por “contagio”, los valores se descubren encarnados en personas concretas, por eso, la importancia fundamental de generar en nuestros barrios líderes positivos que puedan trasmitir valores vividos por la fuerza de su testimonio.Tenemos por otro lado que aprovechar los ámbitos que existen y que son naturalmente lugares de prevención, como por ejemplo la escuela. “La escuela es el principal mecanismo de inclusión. Quienes se van de la escuela pierden toda esperanza ya que la escuela es el lugar donde los chicos pueden elaborar un proyecto de vida y empezar a formar su identidad. En la actualidad, la deserción escolar no suele dar lugar al ingreso a un trabajo sino que lleva al joven al terreno de la exclusión social: la deserción escolar parece significar el reclutamiento, especialmente de los adolescentes, a un mundo en el que aumenta su vulnerabilidad en relación a la violencia urbana, al abuso y a la adicción a las drogas o al alcohol. Si bien la escuela puede no lograr evitar estos problemas, la misma parece constituir la última frontera en que el Estado, las familias y los adultos se hacen cargo de los jóvenes, en el que funcionan, a veces a duras penas, valores y normas vinculados a la humanidad y la ciudadanía y en el que el futuro todavía no ha muerto.” [5]Por eso no hay que quedarse en el mero demandar cosas a la escuela en general y a los docentes en particular, sino que hay que apoyar decididamente su fundamental labor. La educación es un camino real de promoción por eso son necesarias más escuelas y mayor presupuesto para educación en los barrios más pobres de la ciudad.Nos parece conveniente proponer la posibilidad de que se dicte una materia específica de prevención de adicciones ya desde la primaria, tal vez desde el preescolar. No nos referimos a esa prevención que explica el tipo de drogas, o como se consumen etc. Nos parece más conveniente un tipo de prevención que transmita a los chicos que tenemos vida y esta vida es sagrada y por eso tenemos que aprender a cuidarla. Hay material elaborado a partir de experiencias en zonas de alta vulnerabilidad social que se puede utilizar.[6] Si fuera necesario, la delicadeza del tema amerita un proyecto de ley en la legislatura que al aprobarse posibilite el dictado de la misma.El abordar la tarea de la prevención de las adicciones requiere un trabajo hecho con esperanza, con la confianza audaz de que es posible crear ámbitos sanos y dichosos que ayuden a curar las heridas. “A quienes dicen ‘trastornos precoces efectos durables’ se les puede responder que los trastornos precoces provocan efectos precoces que pueden durar si el entorno social y familiar los convierte en relatos permanentes.” [7]Mirar con esperanza esta difícil situación que vivimos en nuestros barrios nos aleja de una mirada fatalista. Por otro lado nuestra fe católica nunca dijo que algunos están predestinados a vivir bien y otros a la miseria. Nuestra fe lee esta situación como una situación de pecado que clama al cielo y que llamamos pecado social. Esta situación de injusticia se contrapone al proyecto de amor del Buen Dios. Con humildad pidamos perdón al Señor por nuestra complicidad manifestada de tantas maneras y pidámosle la gracia de poner todo lo que esté de nuestra parte para transformar esta dolorosa realidad.

Recuperación

Cuando las estadísticas nos dicen que son demasiados niños, jóvenes y adultos que fuman pasta base, tengamos por seguro que llegamos tarde. La pregunta es: ¿queremos seguir llegando tarde? Son personas, seres humanos que mueren o quedan con una vida hipotecada. Por ellos hay que hacer algo ya. Aunque sólo salvemos a uno.

Pedagogía de la presencia[8]

El primer paso es acercarse a los chicos, no esperar a que estos golpeen las puertas de nuestras instituciones. Este primer paso es a la vez una afirmación de la dignidad de estas chicas, de estos chicos, del valor sagrado de sus personas; no son vidas que ‘estan de sobra’, que molestan, o que afean nuestros barrios. Este primer paso es acercar el corazón. Corazón que se acerca es corazón que ve y se deja tocar por este doloroso grito y por eso se pone a su escucha. El hábito de la escucha no es algo común en nuestros días y es esencial para un verdadero encuentro. Si escucháramos más, seguramente el nivel de violencia que vivimos bajaría notablementePonerse a la escucha no es buscar que rápidamente acaten las pautas sociales. A veces queremos que rápidamente cumplan normas, que respeten derechos para entrar en sociedad, cuando como sociedad no les hemos respetado sus derechos más elementales.Acercarse, caminar los barrios, escuchar, encontrarse es el primer paso imprescindible.

Adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos.

La burocracia expulsa, pone trabas (excesivas entrevistas y requisitos), en definitiva pone en riesgo la vida de muchas personas. Además muchas veces la realidad de los procesos de recuperación está marcada por los números-dinero (becas por un año, ese sería el tiempo de recuperación), dejando a un segundo plano los procesos personales.Por consiguiente teniendo en cuenta el proceso de cada persona hay que discernir que camino de recuperación proponerle: atención ambulatoria en un centro de día; internación en una comunidad terapéutica, etc.Por otro lado es necesario adaptarse a la realidad de los más pobres. Por ejemplo se da el caso de mamás que consumen y no tiene con quién dejar a sus hijos; hay que plantearse entonces la posibilidad de que ingresen juntos en un mismo lugar.Hay que poner el centro de nuestro esfuerzo en adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos; creando ámbitos que rompan las cadenas invisibles que esclavizan a nuestros adolescentes y jóvenes.Hoy vivimos la cultura de la imagen. De muchas maneras se busca tener cautiva nuestra mirada. Si esto se logra en gran parte se adueñan de nuestra vida.A veces se busca transmitir la idea de que: ‘estamos trabajando fuertemente en la lucha contra la droga’. Es así que por ejemplo se abre un solo centro de recuperación para toda una ciudad y se empapela la misma para dar una buena imagen. Si se da imagen de algo que no es, que en realidad se está haciendo insuficientemente, no solo se corre el riesgo del autoengaño, sino que quedan vidas en el camino.En relación a esto último hay una responsabilidad grande de los publicistas y de los medios de comunicación en general, valga como ejemplo este verano: Por un lado la propaganda de una bebida alcohólica en la playa que al parecer era sinónimo de plenitud y alegría, por otro lado la realidad de la violencia como consecuencia del exceso de alcohol en muchos jóvenes en la costa.Tal vez esto sea una llamada de atención para que veamos que como sociedad estamos dejando muy solos a nuestros adolescentes y jóvenes. No les enseñamos que hacer frente al aburrimiento, la tristeza, la bronca o la soledad, etc. No les mostramos que no hay que encontrar “algo” para combatirlas sino encontrar a “alguien” con quien compartir y hablar de lo que les pasa. Hablar y compartir con “alguien” que los puede ayudar es lo contrario a la adicción.El mundo adulto no puede ausentarse, no puede desproteger a los niños/as y adolescentes. La justicia debe proteger a esos chicos que tienen su libertad muy condicionada; prueba de ello es que dinero que consiguen va a parar a aquellos que no les importa nada de sus vidas y les ponen veneno en sus manos. La justicia tiene que tenderle la mano a esas mamás que desesperadas no saben como ayudar a sus hijos.

Pensar en el después del camino de recuperación.

No alcanza con el pago de una beca de tratamiento. Hay jóvenes que no pueden volver a sus barrios -cerca de su casa se compra y se consume libremente droga- se da una suerte de factor cuasi-biológico que favorece la recaída en el consumo. La no conveniencia de la vuelta al barrio es señalada reiteradamente por muchas familias que los aman y acompañan. Tenemos que ir tejiendo con ellos una propuesta de real reinserción social. Desde el elemental derecho a la identidad o sea que accedan a sacar su documento hasta una salida laboral y un lugar para vivir con dignidad.Sabemos también que muchos jóvenes que hoy están privados de su libertad han cometido delitos a causa del consumo de droga. En ese caso hay que replicar las experiencias que tratan su adicción; utilizándose así positivamente el tiempo en prisión para que al salir puedan reinsertarse en la sociedad. De alguna manera este también es un trabajo de prevención.

Por último ponemos bajo la protección y el cuidado de la Virgen de Luján, Madre de nuestro Pueblo, a las familias que en nuestros barrios sufren el flagelo de la droga.

- José María Di Paola, Carlos Olivero, Facundo Berretta y Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
- Guillermo Torre y Martín Carrozza de la Villa 31.
- Gustavo Carrara, Adolfo Benassi y Joaquín Giangreco de la Villa 1-11-14.
- Jorge Tome y Franco Punturo de la Villa 20.
- Sebastián Sury y José Nicolás Zámolo de la Villa 15.
- Pedro Baya Casal y Martín De Chiara de la Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
- Nibaldo Valentín Leal de la Villa 6.
- Sergio Serrese de la Villa 19.
- Enrique Evangelista de la Villa 26.
- Jorge Torres Carbonell de la Villa Rodrigo Bueno.

Equipo de Sacerdotes para las villas de emergenciaCiudad Autónoma de Buenos Aires, 25 de Marzo de 2009.

Notas
[1] Cf. Mons. Miguel Esteban Hesayne. Jesús, el Reino y la inseguridad. Homilía del 32º domingo durante el año (9/11/ 2008)
[2] Mons. Jorge Lozano: “Hemos escuchado con preocupación a algunos funcionarios manifestándose abiertamente por la despenalización del consumo de drogas. Se argumenta que no se quiere criminalizar al adicto, ponerlo en el mismo nivel de delito que al narcotraficante. Excelente intención. Pero ¿se logra el propósito andando ese camino? ¿La legislación actual penaliza al consumidor? No. La ley 23.737 establece que cuando la tenencia es para uso personal y hay una "dependencia física o psíquica" de la sustancia, el juez puede imponer una "medida de seguridad curativa, consistente en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación por el tiempo necesario", por lo que deja en suspenso la pena que le pudiera corresponder.Considera al consumidor como una persona enferma (no un delincuente) y manda a proveerlo de un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación. La despenalización del adicto ya está en vigencia.” Artículo periodístico publicado en el Diario La Nación sobre la posible despenalización del consumo de drogas para consumo personal. (29/12/ 2008)
[3] Nos parece muy iluminador el trabajo de López Rosende Juan Manuel.Huérfanos de amor. Trastornos psicológicos y espirituales. Editorial Dunken. Buenos Aires, 2008.
[4] CEA. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. (2010-2016) Nº 25
[5] Card. Jorge Mario Bergoglio S. J. Carta pastoral sobre la niñez y adolescencia en riesgo. (1/10/05 )
[6] Por ejemplo: Aldo Tamai- Claudia Betancour. Promoción de la Salud para niños en edad escolar. Estrategias para la prevención de adicciones y otras situaciones de riesgo en edad escolar. Editorial Guadalupe. Buenos Aires, 2007.
[7] Cyrulnik Boris. La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia. Granica. Buenos Aires, 2001. Pag. 92. Del mismo autor se puede leer obras como: “El amor que nos cura.”; “Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida.”
[8] Gomes Da Costa Antonio Carlos. Pedagogía de la presencia. Losada - UNICEF Argentina. Buenos Aires, 1995.